La cuarentena obligatoria debido a la emergencia causada por la pandemia por coronavirus dejó sin ingresos económicos a Carlos Miguel Barahona Villafuerte y a su familia, que obtenían del trabajo en su taller de textiles en San Sebastián, San Vicente.
El joven artesano, quien dice que mantiene el legado de sus abuelos, contó que la difícil situación les dio la oportunidad de reinventarse.
El negocio familiar es pequeño, y aunque no les implicaba obligaciones patronales con personal externo, la sobrevivencia de los integrantes de su núcleo les llevó a tomar acciones.
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Pensaron en qué era lo que más necesitaban los clientes, pues el confinamiento los obligaba a no salir de casa y requerían opciones para estar más cómodos durante el encierro, por lo que descubrieron que la silla-hamaca era la opción ideal.
Usaron las redes sociales para promocionarse, y pronto la silla-hamaca fue el producto con más demanda. De esta forma lograron reactivar el taller.
«Mi esposa creó una “fanpage” en Facebook que se llama Encanto Bataneco. A través de esa página pudimos dar a conocer lo que nosotros hacemos, y eso también nos abrió puertas para nuevos clientes en ese momento de dificultad», comentó Carlos Miguel.
Lo que nos hace falta ahora es producción», afirmó, pues tienen pedidos hechos, pero en el taller no cuentan con sala de ventas, ya que los pocos artículos que elaboran por encargo los llegan a recoger.
Carlos Miguel Barahona, artesano
«Nosotros no almacenamos nada, gracias a Dios. El producto que hacemos es de buena calidad, e incluso hay clientes que nos cuentan que compraron hamacas en tiempos de mi abuelo [que murió hace 10 años] y todavía las tienen en buenas condiciones», sostuvo el joven artesano.