Entre la alameda Delano Roosevelt y la 35. a avenida sur, en San Salvador, se encuentra Carnitas La Roosevelt, una muy buena opción para cenar no solo por la sazón con la que preparan cada uno de los platillos sino porque son una opción económica para disfrutar con todos los miembros de la familia.
El popular negocio funciona en una acera techada acondicionada para atender a sus clientes de lunes a viernes de 6 de la tarde a 12 de la noche por ocho amables personas que se encargan tanto de la preparación de los alimentos, como la atención en las mesas.
Durante el día, el lugar permanece cerrado; pero, a las 5 p. m. empieza el movimiento, cuando limpian, arreglan las mesas, encienden la parrilla y colocan las ollas con algunos alimentos que son preparados previamente, para arrancar con los pedidos exactamente a las 6, pues a esa hora ya hay personas esperando ser atendidas.
El menú cuenta con una variedad de platillos completos que pueden ser asados de res, costilla de cerdo, pollo, chorizos criollos o argentinos; los cuales son acompañados por una porción de casamiento, aguacate, un huevo duro, un chorizo y dos tortillas a precios que no superan los $5. También ofrecen un plato de camarones al ajillo y otro que combina carne y camarones, a $6.50 y $7, respectivamente.
Las personas que prefieren comer algo más liviano sin carne pueden elegir cenas típicas que combinan huevos duros, revueltos o «como el cliente lo prefiera», plátanos, casamiento, queso, aguacate. Estas cenas van de $1.50 hasta $3.75 el plato.
«Muchas personas pasan acá a cenar con sus familias porque los precios son accesibles y la comida va bien preparada. Tenemos una amplia variedad de bebidas, menos bebidas alcohólicas», mencionó la propietaria Blanca Lilian Reyes.
Los clientes también tienen la opción de armar los platillos a su gusto ya que todos los productos que ofrecen se venden en porciones individuales que van desde $2.75 la pechuga de pollo, $1.50 la papa horneada y $0.25 el queso duro y fresco.
«Lo que le gusta a nuestros clientes es que acá pueden pedir lo que prefieren […] si la persona solo quiere huevo o solo quiere carne se le vende. Bendito Dios aquí la gente viene confiada que lo que anda en su bolsillo le va a alcanzar», dijo doña Blanca.
El éxito del negocio, además de su delicioso sabor, está en la preparación y en la dedicación de los empleados que hacen las compras del mercado tres veces por semana y durante el día se dedican a preparar algunos alimentos como el marinado de las carnes, el casamiento, los huevos duros y unas deliciosas papas que se sirven hervidas con queso.
Décadas de sabor
El negocio cosecha su clientela desde hace 34 años cuando Blanca comenzó a vender comida en ese lugar. Una amiga le ayudaba a preparar el casamiento y la acompañaba a vender la carne c-on casamiento en una esquina. «Yo ni siquiera podía cocinar. Toda la vida había trabajado de lo que se podía en fábricas, de lavar y planchar, y lo último que hice fue vender pólvora, por el bulevar de Los Héroes. Ahí un cliente me dijo: “usted es bien cachera, Blanquita, debería probar vender comida enfrente de la gasolinera”», unas palabras que resonaron en la emprendedora.
Días más tarde una amiga le habló para decirle que estaba vendiendo una parrilla y ella le dijo que le ayudaría a venderla sin saber que esa sería el primer utensilio con el que iniciaría el negocio de su vida.
Reyes, con mucha fe en Dios, tomó eso como una señal que debía intentar algo diferente: «Yo creo que era el tiempo en que Dios ya no quería que yo anduviera de acá para allá y me estaba dando la estabilidad que yo tanto le había pedido», reflexionó.
Fue así que empezó solo vendiendo comida para llevar y luego compró sus primeras dos mesas donde poco a poco se hizo de sus primeros clientes a quienes les pedía su apreciación de los productos y ella, que es muy receptiva, empezó a atender las sugerencias que le hacían con lo que logró mejorar sus recetas y platillos.
Quienes se convierten en sus clientes recomiendan el lugar de boca en boca, con compañeros de trabajo, familiares o conocidos, la única publicidad que ha tenido de su negocio desde el inicio.
«Esto ha sido mi vida con lo que pude darles estudios a mis dos hijos. Gracias a este trabajito, mi hijo estudió en la Fuerza Aérea donde se convirtió en Técnico en Aeronáutica y mi hija es abogada. Me ayuda acá porque no quiere dejarme sola, aunque mi anhelo es que ella ejerza su profesión».