El salvadoreño Rufino Bautista porta con orgullo su gorro y traje de chef en las instalaciones de su propio restaurante, llamado Atxondo, ubicado en Washington D.C., Estados Unidos. Un proyecto personal que abrió sus puertas desde hace dos años en plena pandemia por la COVID-19, y que surgió con el concepto de la gastronomía española, en la que se convirtió en experto en sus 26 años de vivir en el extranjero.
Sus días laborales inician con la compra de carnes, mariscos y vegetales para entregar los mejores platillos inspirados en la cocina española a sus comensales. Al tener la mesa lista, se coloca su traje de chef y juega con la sartén, espátula, cucharas y tenedores; experimenta un mundo de sabores con las carnes y entrega a tiempo los pedidos a sus clientes.
Estar en la cocina solo le recuerda su infancia en aquella vivienda con su familia en el caserío El Amate, en el municipio de Intipucá, en el departamento de La Unión, donde creció junto a sus ocho hermanos. Pese a que sus siete de sus hermanas preparaban la comida, él era el «rebelde» de la familia porque si no le gustaba algún platillo, tomaba cualquier utensilio y le agregaba su propio sabor.
Esa es la inspiración que Bautista busca cada día en su restaurante, el esfuerzo de una familia trabajadora que ha sabido salir adelante en Estados Unidos y que trata de representar de la mejor manera a su país: El Salvador. Su padre emigró en 1985 en busca de ampliar las oportunidades de vida de su familia, laboró en construcción y se sometió al proceso para llevarlos a todos legalmente en 1996.
En ese año, Bautista era un adolescentes de 16 años que tuvo que aprender inglés y que aspiraba a estudiar leyes, pero que por motivos económicos no pudo lograr, por lo que decidió dedicarse por completo al trabajo en los restaurantes; un camino que le permitió compartir con los mejores chefs y mentores de Washington.
De limpiar mesas en un restaurante salvadoreño, pasó a lavar platos, a atender clientes, a estar en el cargo administrativo y, por último, a emprender su propio negocios en 2020.
Adquirió conocimientos sobre técnicas y el arte culinario de la comida asiática, italiana, latina y española, en al menos cuatro restaurantes.
Además, mientras fue empleado en el restaurante Nora, el primero en ser certificado por la comida orgánica en el país norteamericano, conoció al expresidente Bill Clinton y Barack Obama. Después de 40 años cerró sus operaciones.
Sin embargo, donde más experiencia adquirió fue en el restaurante Estadio, uno de los más exclusivos en Washington D.C.
La inmersión en la gastronomía española incluso lo llevó a viajar a ese país y descubrir la localidad de Atxondo, un lugar rico en productos frescos en los que los agricultores están cerca de los comercios.
El salvadoreño se enamoró tanto de ese concepto que decidió heredarlo en la capital.
A sus 42 años labora en su negocio ubicado en 4726 14th St NW, Washington, DC 20011, y aunque tuvo un difícil comienzo por la pandemia, está satisfecho del éxito que tiene actualmente.
Reconoce que no podría lograrlo sin el apoyo de su equipo entre los que se encuentran ocho salvadoreños, dos hondureños y un colombiano. En su menú no se encuentra ningún platillo salvadoreño, pues Bautista no se siente digno de elaborar algo en lo que no es especialista. «Sé que tenemos una gran gastronomía, pero si lo voy hacer, debo ser lo mejor posible y no he tenido práctica», admitió.
Entre sus proyecciones está regresar a El Salvador y también inaugurar un restaurante, emplear a más salvadoreños, trabajar con agricultores de la localidad donde nació y ser una persona de provecho para la comunidad.
También está trabajando para aceptar Bitcóin, ya que representa una oportunidad para llegar a más clientes.
«Mi filosofía se basa en un consejo que me dio un profesor cuando me gradué de bachillerato, y fue que todo lo que hiciera en la vida me esmerara por hacer lo mejor posible, no importa si fuera barrer, pero que lo entregara todo, porque así también tendría mis resultados», mencionó.