Envía a [email protected] tus colaboraciones de poesía, cuentos, críticas de cine o relatos breves (hasta 500 palabras) para ser publicados en nuestra sección.
DeComentario
«Comme il faut» o «como se debe»
Por Guillermo Funes
“….un pueblo sin idealidad no es nada, ni tiene derecho a nada”.
-Maragall-
En el lenguaje salvadoreño, muy lejos del idioma impuesto, lleno de faltas de pronunciación, acentos indebidos, contracciones y vulgarismos, que unos tildan de jayanes y plebes; pero que en su conjunto forman nuestra lengua salvadoreña, aunque nos neguemos a aceptarlo. No me estoy refiriendo a la lengua que Pedro Geoffroy, Salarrué y algunos costumbristas nos legaron, sino a los giros, interpretaciones, metáforas y dichos que conforman el bagaje cotidiano con el que el pueblo se comunica y que enriquece cada día con sus extranjerismos y vocalizaciones que se improvisan para luego formar parte del habla de cada día, según nuestra concepción e idiosincrasia.
Me ocuparé de la tan gastada frase, «de cualquier manera», frase comprensible para cualquier salvadoreño vulgar o intelectual. Esta frase que se dice sin pensar, pues no lo necesita siendo que no niega ni afirma, ni dice algo; define sí la actitud del salvadoreño común, del dejar pasar (Laisser passer) en una postura de (vibre por vibre) vivir por vivir, y el acto de rehuir al pensar porque actúa más por instinto que por razonamiento, por necesidad que por convicción, por ignorancia que por conocimiento. Nadie, en casi 200 años, se ha preocupado por enseñarnos a pensar, no por descuido o desconocimiento; sino por conveniencia del sistema.
Al hablar de esto me recuerda a León Tolstoi que en sus memorias cuenta del uso que a él le agradaba hacer de la frase en francés «comme il faut» tanto por manejar ese lengua, como por el respeto que le causaban las personas que utilizaban este concepto que le habían inculcado sus educadores y el ambiente en el que se desarrolló su juventud. Tolstoi decía que, entre los mil modos de dividir el género humano, estaba el de reagruparlos en listos y tontos, ricos y pobres, buenos y malos y que cada persona tiene su propia clasificación de los demás. Así dividía él a las personas «comme il faut» (como se debe) y a los otros «pas comme il faut» (como no debe ser). La humanidad para esa época Tolstoi la dividía entre personas como deben ser y simplemente las personas vulgares. Las primeras le inspiraban respeto, y a las segundas las detestaba y le humillaba el echo de considerar a estas últimas como seres humanos igual a él. Ese deber ser consistía en hablar francés; segundo, la presentación y limpieza de las uñas; tercero, consistía en saludar con elegancia, saber bailar y conversar con desenvoltura y discreción; y el cuarto, para él, lo más importante era adoptar, frente a todo, una actitud indiferente de elegante hastío. Para determinar la categoría de las personas, sin hablarles, le bastaba ver el mobiliario, la habitación, el tipo de coche, la caligrafía y el calzado. Tolstoi confiesa que sentía aberración por las cosas practicas y le costaba imprimir un sello del «como se debe» a las cosas.
La frase «de cualquier manera» refleja la actitud salvadoreña no del «como se debe», sino la del «dejar hacer» que está tan arraigada, casi como credo, que implica irresponsabilidad, negligencia y una manera simple de vivir el hoy sin darse cuenta, sin propósitos ni metas, ni mucho menos ideales o sueños. El salvadoreño siempre duerme mientras los políticos madrugan. Y ¿por qué tanto francés me preguntarán? mi respuesta es que cuando muera quiero también decir, aunque no sea cierto, «je fus un homme tres comme il faut» (fui un hombre muy distinguido).
DeCuento
El Duende
Por José Rogelio Fuentes
A un costado del casino Morazán, habitaba una señora que tenía una hija muy bonita en esa casa que estaba en el barrio La Soledad, nosotros que éramos vecinos, le pusimos la «casa embrujada».
La señora ya no sabía adónde esconder a su hija, porque adonde estuviera a su hija le llovían pedradas y no sabían de dónde venían, nosotros sus vecinos, le dijimos que quien tiraba las piedras era el duende, porque él estaba enamorado de su hija, porque era tan bella, con sus ojitos azules, su cabello rubio y era muy blanca. Toda una belleza y el duende era muy celoso, no quería que nadie la mirase, solo él.
A la señora le dijeron que trajera el señor cura para que le echara agua bendita a la casa y que también bañaran a su hija, pero de nada sirvió y la lluvia de piedras siguió.
El duende tiene orejas largas, se alimenta con ceniza, sus pies están al revés y cuando camina deja sus pequeñas huellas, él va para delante y sus huellas quedan impresas en sentido contrario.
La niña ya no aguantaba tanta pedrada, la tenía toda amoratada, hasta que decidió irse con el duende. Pasó mucho tiempo que no se sabía de la niña, pero apareció con dos hijos, eran tan bonitos, pero sus orejitas eran largas, eran los hijos de la niña y del duende.
La gente se admiraba de lo bonitos que eran, ellos se sintieron mal y ya no volvieron al pueblo, la madre de la niña jamás supo de la ella y del duende. La niña y el duende se casaron y tuvieron dos hijos más, un varón y una hembra. FIN
DePoesía
Caminaba
Por Roberto Carlos Ángel George
Caminaba una princesa por un bello amanecer,
soñando en el silencio sus ojos poder ver.
Soñé con su caricia, con un beso al despertar
y al mirar esa sonrisa que me invita a caminar.
Caminando por la vida, mi princesa ha de llegar
esperando algún día sus labios poder besar.
Suena como un crimen lo que tú me has hecho,
deberías de ir a parar a la prisión.
Suena como un crimen que me hayas mentido,
que hayas engañado a este corazón.
Qué dulces y cálidos son tus besos,
pero más bello e inesperado es tu regreso.
No sé si sigues la luna o las estrellas,
pero en tu corazón te recordarás de ellas.
Caminando va mi princesa bajo la luna llena,
¿cómo poder decirle que me enamoré de ella?
Resérvame
Por Roberto Carlos Ángel George
Resérvame el beso que me prometiste el día que me conociste.
Resérvame el brillo de tus ojos,
tu sonrisa encantadora de un espejo que la añora.
Resérvame tu sonrisa más bella y delicada
que refleja tu mirada.
Resérvame él te quiero más intenso,
un abrazo a fuego lento por las noches,
yo siento que tú eres mi complemento.
Resérvame una página en tu cuaderno
donde guardas los momentos de recuerdos intensos de un viaje al firmamento.
Resérvame un suspiro en tu oído,
con un beso yo te digo que yo quiero estar contigo.
Resérvame una cama para dos,
un rinconcito de tus sueños donde seré yo tu dueño.
Resérvame ese instante de la vida de tu mirada ya perdida,
que en tus sueños yo te diga que tú eres mi prometida.
DeMitología
Poseidón, dios de los mares
Poseidón es uno de los principales dioses del panteón clásico. Junto a Zeus y Hades, Poseidón tomó parte en el reparto de las áreas de influencia de los dioses sobre el universo, correspondiéndole el gobierno de las aguas marinas y subterráneas. Poseidón es, por tanto, el señor de los mares y los océanos. Dada la importancia que el mar tuvo para la cultura griega, resulta comprensible que Poseidón fuese considerado como una de las divinidades más poderosas, a la que los hombres debían rendir culto si deseaban que sus viajes y empresas marineras tuvieran un final feliz.
Poseidón era uno de los hijos varones de Cronos y Rea. Según el poeta Hesíodo relata en su Teogonia, el pequeño Poseidón fue una de las víctimas de la furia devoradora de su padre. Cronos para evitar que uno de sus vástagos le destronara como él mismo había hecho con su propio padre, les devoraba uno a uno a medida que éstos iban naciendo. De este modo, acabó Poseidón engullido por su propio padre.
Otras versiones más tardías del mito nos cuentan que Poseidón se salvó de este destino gracias al engaño perpetrado por su madre, Rea, que salvó al pequeño junto a su hermano Zeus, poniendo a ambos a salvo de la ira de Cronos. Diodoro de Sicilia cuenta que el pequeño Poseidón fue escondido en la isla de Rodas, donde fue criado por los telquines, nueve hermanos con cabeza de perro y cola de pez. Los telquines eran grandes conocedores de la metalurgia y el arte de la herrería, y, cuando el pequeño Poseidón creció, fabricaron para él la que sería su arma predilecta: el tridente.