El Día de los Fieles Difuntos se conmemora este año de una manera atípica debido a la pandemia del coronavirus, «como nunca lo había vivido», dijo Olga Marina de Álvarez, una artesana de ramos y coronas que lleva más de 40 años dedicándose a este oficio en Santa Rosa de Lima (La Unión).
Tiene 77 años, pero su edad no ha sido obstáculo para que este año, al igual que las cuatro décadas anteriores, elabore las coronas y los ramos que adornarán las tumbas de los que partieron y que hoy recibirán los arreglos de sus parientes.
«Este año la preparación de la materia prima la comenzamos a trabajar desde mayo; pero en otros años, hemos comenzado a trabajar desde febrero, porque hoy se ha trabajado mucho menos de lo que hemos estado acostumbrados y ha sido por esto de la pandemia», relató.
Esta mujer originaria del barrio El Recreo, de la ciudad limeña, aprendió a elaborar coronas y ramos de sus mentoras ya fallecidas Gloria de Flores y Rina Ventura, dos de las primeras mujeres que hacían estos adornos en dicha localidad.
Posteriormente, la señora De Álvarez decidió independizarse y comenzar la elaboración de los adornos por cuenta propia, un arte y oficio que también ha trasladado a sus hijos y nietos, quienes hoy en día son los que más le ayudan a elaborarlos.
La preparación inicia con la compra de la materia prima, como pliegos de papel bond, alambre, colorantes, alcohol, plástico, entre otros, con los cuales se elaboran las flores y las hojas que serán colocadas en los aros que forman el ramo o la corona.
«Cualquiera podría decir que hacer una corona es fácil, pero no. Este es un trabajo bastante costoso, porque para hacer una corona o un ramo lleva tiempo y hay veces que hay que desvelarse para sacar a tiempo los trabajos», comentó la artesana limeña.
Dos de sus hijas, un hijo, su nuera y hasta algunos de sus nietos van aprendiendo poco a poco a elaborar los atractivos adornos que se llevan a las tumbas de los difuntos, como sucede hoy en todo el país.