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Carlos Cordero, académico e investigador en diseño
Artículos de historia y simbolismo
SEGUNDA ENTREGA
Através del tiempo, el cristianismo se ha nutrido de un calendario litúrgico rico en diversas festividades las cuales conmemoran fechas importantes en la vida de los santos o la división del año en diferentes períodos para regir la vida espiritual de sus fieles: el Adviento, la Navidad, la Cuaresma, la Pascua o el Tiempo Ordinario. Estas fechas se han establecido en el curso de los siglos gracias a una serie de edictos papales; sin embargo, es menester preguntarnos sobre los verdaderos orígenes de muchos de estos jubileos los cuales se celebran o sustituyen antiguas fiestas del otrora universo pagano romano.
El cristianismo, heredero del mundo grecolatino, sustituyó las antiguas deidades y les cambió nombre o las adaptó a las nuevas necesidades, siendo algo común como la edificación de templos sobre antiguos lugares de culto o el reemplazo de fiestas, donde antaño se pregonaban otras. Una de estas festividades es la llamada de la Asunción de la Virgen María, celebrada el 15 de agosto desde tiempos del papa Nicolás I en el año 858 de nuestra era; pero no es sino hasta que Pío XII, en 1950, quien confirmó finalmente este acontecimiento como un dogma de fe en la constitución Munificentissimus Deus.
Analizando esta fecha, veamos qué tenía de particular y qué se celebraba originalmente. En primer lugar, tenemos el Ferragosto en Italia, cuyo nombre deriva del latín Feriae Augusti, o el reposo de Augusto, nombre que proviene del emperador romano de ese entonces: Octavio Augusto, y del cual también obtiene el nombre este mes del año. Otra de las festividades sobrevive al día de hoy como Palio dell´Assunta o Palio de la Asunción, que se festeja como una carrera de caballos en la ciudad de Siena.
Más atrás en el tiempo, esta fecha coincidía con el fin del período de las labores agrícolas, y es precisamente el 15 de agosto que se llevaba a cabo la festividad de la Nemoralia, palabra latina que significa bosque sagrado. Esta celebración se consagra en honor a Diana, deidad de las cosechas, de la naturaleza, protectora de los cazadores y los animales, así como de las ninfas y de las mujeres jóvenes. Este último apelativo era uno de los más apreciados de la diosa, conocida también como la diosa virgen.
La Nemoralia se celebraba originalmente a orillas del lago Nemi con una serie de procesiones en las que participaban personas de todas las clases sociales quienes venían de todo el imperio romano, muchos de ellos acudían en barcazas con antorchas y que transformaban el lago en todo un espejo del cosmos estrellado en la última luna llena de verano. Era común que las muchachas adornaran sus cabellos con flores y se lavaran en las aguas del lago como una forma de purificación, así como también llevaban consigo perros quienes eran bendecidos por la diosa, su protectora.
Hablando detenidamente de Diana, una característica destacada como mencionamos antes, era la de ser conocida como la diosa inmaculada. Se dice que Acteón, en la mitología griega era un cazador iniciado por el centauro Quirón, quien accidentalmente encontró a la deidad bañándose a orillas de un río junto a sus ninfas. Acteón quedó encantado con el cuerpo de la diosa, quien en ese instante lo castigó convirtiéndolo en ciervo por la profanación de su desnudez y sus virginales misterios, haciendo que sus propios sabuesos de caza lo devoraran.
Para entender esta imagen, debemos adentrarnos al universo de los símbolos y los arquetipos. Según Carl Jung, tenemos en primer lugar la líbido, la cual no es solo sexual, sino que representa energía psíquica, como una proyección del inconsciente. Por otro lado, el símbolo es la esencia de la cultura, la coagulación de la energía psíquica y la proyección del inconsciente. Mientras que el arquetipo, es una condensación de un universo de símbolos que forman un campo semántico, y en el caso de un mito, constituye una condensación de símbolos y arquetipos.
Además, este autor menciona que el inconsciente es el lugar de la transmutación de la consciencia, siendo el inconsciente de naturaleza matriarcal-femenina. El autor expone además que el inconsciente colectivo alberga las experiencias filogenéticas y está representado simbólicamente por la gran madre, siendo la madre la representación psíquica de la mater-materia.
Jung refiere que en las religiones occidentales predomina un pensamiento racional, dual: del bien y del mal, así como una conciencia coercitiva y de naturaleza eminentemente patriarcal. En cuanto a los héroes de las civilizaciones de occidente, son ascensionales, guerreros y agresivos. En contraposición a lo anterior, tenemos los cultos orientales y sus héroes, quienes son en esencia pasivos y nirvánicos quienes se identifican más con el principio creador de la gran madre.
Finalmente, mencionar que el ánima es una representación arquetípica del principio femenino, sea como madre, hada, doncella o virgen, y en la consciencia masculina de una religión como las de occidente, la Asunción a los cielos personifica simbólicamente, el retorno al origen como principio reconciliador entre dos naturalezas psíquicas, siendo este reencuentro también un retorno hacia nosotros mismos.
DeCuento
«CARMEN Y EL RíO MENTIROSO»
Cuando la verdad es una mentira y la mentira es la verdad.
Capítulo I
La Búsqueda (continuación)
Por Paty Inglés
Unas gallinas hacían el arribo por la puerta principal. A papá José le faltó alimentarlas, así pues, ellas entraron reclamando su desayuno. Carmen tomó en sus manos un guacal de morro con maicillo haciendo sonidos con su garganta llamando a las rebeldes para que desayunaran en su corral: “vaya, vaya”, pero qué hambre tienen”, musitó Carmen, al mismo tiempo que les lanzaba el maicillo.
Luego, se escuchó el repicar de las campanas, Carmen pensaba cada vez que escuchaba el timbrar de las campanas, que quien las tocaba tenía que ser un gran oso, no encontraba la respuesta al ¿por qué de esta idea?, pero de algo sí estaba muy segura, y es que le parecía muy simpático imaginar aquel gran oso jalando de arriba hacia abajo las cuerdas: “podría ser que en las iglesias tengan como ayudantes a estos enormes osos”, dijo en voz alta. “Puede ser aunque les costaría mucho encontrar a grandes osos en estos campos”, respondió Mamita Nila, como le decía, y con una sonrisa le invitó a que terminara de alimentar a las gallinas.
Aquella mañana el trabajo apremiaba y vaya que sí había mucho trabajo que realizar, pero la recompensa sería la más exquisita que disfrutarían. Cada cierto tiempo a Mamita Nila le encomendaban arreglar las gallinas para las ventas de un tal señor Francisco, quien las llevaba al pueblo y las vendía. El pago no era mucho y Carmen lo sabía porque siempre ponían mucha atención a lo que hacía Mamita Nila.
Mamita Nila tenía el permiso para quedarse con los menudos, como le dicen para acortar toda esa descripción de partes. No siempre se disfrutaban esos banquetes, esas sopas cargadas de hojas de mora con chipilín, muchos majonchos incluidos y que, con unos cuantos huevos de gallinas el platillo quedaba para chuparse los dedos. ¡Ummm delicioso! ”¡Hoy disfrutaremos de una sabrosa sopa!”, gritaba Mamita Nila por la ventana de madera.
Papá José dio unas cuantas palmaditas a Carmen y le entregó un pequeño cántaro para que ayudara a recoger agua: “ve por un viaje con el cántaro”, le dijo. Dio los últimos aplausos para sacudir el polvo del maicillo que quedaba en sus manos, y tomó al cántaro de una oreja. El río no se encontraba muy lejos pero tampoco muy cerca. En el camino se encontraba con la casita de la abuela, y el camino era lo suficiente para imaginar cualquier tipo de aventura posible.
Carmen caminaba con pasos cortos por aquel sendero oliente a fresco monte humedecido por el rocío, inhalando lo más profundo que podía.
Faltaba poco para llegar al río cuando un sobresalto hizo que Carmen soltara el cántaro, era una lagartija la culpable del terrible susto. La lagartija corría lo más rápido posible de un perro que trataba de jugar con ella. En esa rapidez se perdieron entre los matorrales, recogió el cántaro, tocó su pecho para saber que su corazón estuviera en su lugar y no en otro, dio un par de pasos y se encontró con el río; era un río muy hermoso, con sus aguas cristalinas. El mismo cielo se reflejaba en sus aguas, era imposible olvidar ese bello árbol de amate y su follaje, imponente y glamuroso.
DePoesía
«LA MUSCULOSA CEIBA»
Por Henry Barillas
Levanta sus brazos desafiando
la ley de la gravedad;
sus cimientos raiceros
incrustados en la Pachamama.
Eleva toneladas de madera:
sabia, ramas y hojas,
para dar posada a los pájaros
hormigas y musgos.
Todo para un ciclo de vida:
convierte el monóxido de carbono
en oxígeno.
Convirtiendo en aire puro y
aire acondicionado natural.
Fibra y tierra en vida.
¡Viva la musculosa Ceiba!