El fotógrafo es un intérprete de los acontecimientos: mira, interpreta, calcula y dispara. La máquina, entre la realidad y el fotógrafo hace que lo que viviste en dicha circunstancia se congele, en colores y formas, logrando que ese momento quede registrado para la posteridad. Si la foto lo requiere, posterior el fotógrafo puede hacer una edición para mejorar el resultado.
Pero, ¿qué pasa ahora con el dilema de la inteligencia artificial dentro de la fotografía? Fotógrafos del ámbito artístico, publicitario y de eventos sociales la están ocupando para darle una mejor cara a sus fotografías y, sin duda, muchas retoman una mejor «cara» al aplicarles la IA.
Con ella, lo estético, la luz y la calidad se vuelcan a una mejoría notable; sin embargo, una contraparte alega que con la IA el talento nato fotográfico se pierde. Algunos, incluso, lo consideran muy plástico, incluyéndome. Sí. s
Sin embargo, es de notar que el arte, en estos tiempos, se vuelve valioso según quien quiera apreciarlo y sobre todo comprarlo. En ese sentido, la IA puede generar arte notable en la fotografía, eso sí, según quien la acepte.
En el ambiente periodístico e informativo, tú, como lector interesado en los acontecimientos nacionales e internacionales, ¿aceptarías una imagen generada por IA como fotoperiodismo?
Esta lectura nos lleva a entender la frontera de la fotografía, que las imágenes tratadas con IA pueden llegar a rozar con el fotoperiodismo, con la fotografía tomada en un ambiente correspondiente a los sucesos. En periodismo es necesario que el fotógrafo (o al menos el aparato que toma la imagen, como los drones) deba hacer un registro del lugar y el momento exacto del hecho para contar una historia, y para ello es fundamental que el fotógrafo esté ahí, en el campo.
Pese a ello, vemos recreaciones con IA de sucesos políticos y sociales (representando imágenes de manifestaciones o guerras,). Las plataformas que suelen subir estos contenidos son mayoritariamente redes sociales y debido a la técnica y capacidad realística de las reproducciones muchas personas suelen interpretarlas como reales y exactas.
Ya está sucediendo que hay imágenes trabajadas por IA; por ejemplo, del conflicto palestino-israelí, entre otros, en donde las redes sociales exponen fotografías y las personas las confunden con hechos reales. Los comentarios en esas publicaciones, incluso, llegan a generar emociones como indignación y furia, porque son asimiladas como reales.
Entonces, ¿hasta dónde llega la permisividad para que lo no-realístico sea aceptado? ¿La inteligencia artificial excederá a la fotografía? Considero que ello depende de hasta dónde queramos asimilar las bondades de la IA para asemejarse a los sucesos, como una referencia interpretativa de algún tipo de intereses más no como un hecho que en realidad sucede, además de cómo se educa y se dirige al público destinatario dicha información; pero, ¿cuál es límite?
La fotografía y la cámara tienen alrededor de 200 años de existencia y una de sus características es su continua evolución. ¿Será la IA el nuevo salto en la forma en que concebimos la fotografía dado que en algún momento no sabremos separar las imágenes de hechos reales a los montados en computadora?
¿La fotografía quedó con mal encuadre? ¿Quedó oscura o clara? Pues bueno, son pocos los fotoperiodistas que he conocido que no hayan ocupado alguna aplicación para mejorar la imagen (incluso en las imágenes análogas se usaron químicos para mejorar la foto), y el fotógrafo ha sabido ocupar las nuevas tecnologías para mejorar su foto, pero sin agregarle nada más.
Ante ello, la discusión actual es ¿hasta dónde la IA será parte de la fotografía? ¿Reemplazará al fotógrafo? De momento, considero que ninguna sala editorial en el mundo lo ha considerado, pero no cabe duda que la IA cada día gana terreno. Hasta este momento y mientras no suceda un cambio sustancial, el fotoperiodista tiene como deber ser conservar la ética, lo pragmático y sobre todo dominar su equipo para hacer la mejor foto.
Un fotógrafo debe apegarse a los hechos y los sucesos, no inventar. En este sentido, si bien durante los cambios de formato el fotógrafo ha sabido adaptarse a las maquinarias nuevas como una herramienta y manejarla técnicamente para hacer el mejor registro de luz, su tarea primaria es ser un conocedor de cámaras, de sus herramientas y debe ser su insignia. En tal sentido, el reportero gráfico debe tener la ética como fundamento principal y así, desde esa vitrina, educar al lector sin faltar a la realidad.