Aún recuerdo claramente cómo disfrutaba visitar el colorido castillo del parque Saburo Hirao.
Entraba sin problemas por una de las puertas que están en su base y me dirigía presuroso a la parte más alta de la estructura hasta alcanzar el inicio de uno de los toboganes.
No importaba esperar uno, dos, tres o más niños que hacían fila antes que yo, dispuestos a deslizarse.
Todo era alegría, el sol brillaba, mi papá esperaba al final del tobogán para recibirme y garantizar que todo saliera bien.
No sé cuántas veces disfruté ese juego o cuántas más gocé de la catarata que me salpicaba y hasta hacía tiritar de frío.
Todo en el parque era mágico, enorme y volvíamos a él todas las veces posibles.
Un día en diciembre sucedió algo espectacular: por primera vez vi un helicóptero de verdad, tan cerca, tan ruidoso y con tanta fuerza en las hélices que el viento y el polvo me nubló la vista por un momento.
Aún recuerdo cuando aterrizó y despegó, pero lo más importante fue que en él viajaba Santa Claus, con su traje rojo, su barba blanca y una enorme bolsa al hombro con juguetes para todos los niños que estábamos ahí.
Los parques recreativos o culturales son eso: sol, aire, disfrute, verdor, juegos, vida, familias, sorpresas…
Y ahora que buena parte de esos espacios públicos ha reabierto, después de los meses de confinamiento obligados por la pandemia, es momento de volver a ellos.
Definitivamente, las condiciones han cambiado. Ahora se debe hacer reservaciones a través del sitio web market.gob.sv, pero todo vale la pena.
La mascarilla, la distancia social y el alcohol en gel deben imperar siempre. Es la nueva normalidad que nos rige y frente a la cual debemos protegernos, así como a proteger a los nuestros.
El virus acecha y aunque el país está libre, por ahora, de una eventual nueva oleada de contagios, los casos se siguen reportando a diario. Los decesos están por sumar el millar.
Los parques culturales están más vivos que nunca y la oportunidad para gozarlos depende de cada uno de nosotros.
El Saburo Hirao es una buena opción y el parque Infantil también lo es. Ambos están en San Salvador.
Otras ciudades y municipios también tienen espacios públicos verdes, con juegos y sorpresas para disfrutarlos. Solo se deben practicar las medidas de bioseguridad establecidas para disfrutar de ellos una y otra vez.