Les pregunté a algunos amigos y conocidos comunicadores de Centroamérica —para no ir tan lejos— si en sus países tienen que pagar por dar cobertura periodística al fútbol de primera división, y recibí una respuesta inobjetable: no, no se paga. No se pagó ni se pagará por ningún tipo de credencial en la historia.
En El Salvador, mentes brillantes determinaron que los medios de comunicación deben cancelar más de $53 por un carné para cada uno de sus periodistas y fotoperiodistas que van al estadio para escribir una crónica del partido y documentar las acciones con fotografías, que luego son expuestas en sitios web y periódicos.
Al absurdo de cobrar las credenciales ahora hay que sumarle que equipos como Isidro Metapán y Jocoro no le permitan el ingreso al estadio a los periodistas. La directiva metapaneca tomó esa decisión el torneo pasado, solo los medios de radio y televisión con derechos de transmisión exclusiva pueden entrar. Solo en El Salvador pasa esto.
El caso de censura más reciente se dio el fin de semana pasado en la cancha del polideportivo Tierra de Fuego. Al fotoperiodista asignado por parte de «Diario El Salvador» no se le permitió estar en la cancha haciendo su trabajo. La razón es insólita: para evitar que las cámaras vuelvan a captar lamentables hechos como los del torneo pasado, cuando jugadores de Jocoro y Atlético Marte se agarraron a golpes.
Ese hecho, además de manchar el fútbol, también contó con un episodio horrible, ya que un directivo mandó a sacar de la cancha a un camarógrafo que documentaba la gresca y a la periodista Stefany Andrade, a quien unos matones le pedían que no grabara más. Encima de la censura y de las malas condiciones de trabajo, ahora intimidan a los comunicadores.
En 2015 tuve mi primera experiencia internacional en unos Juegos Panamericanos, en Toronto, Canadá. A la fecha no salgo de mi asombro por el trato que recibe la prensa en eventos de primer nivel, además de que no se paga ni un dólar por la credencial. El asocio que debe existir entre organizadores y medios no se entiende solo aquí; deberíamos ser aliados porque es una relación de ganancia para ustedes, los equipos, los medios, los jugadores y las marcas que llevan en sus uniformes y las que hay en sus canchas.
Esa experiencia en Norteamérica me enseñó que estamos a años luz de entender todo el aparataje y la importancia de los medios en los eventos. No solo es recibir $5, $10 o $20 por una entrada y creer que un periodista les quita el espacio para un aficionado, porque así se piensa y sucedió en la última final, en el Cuscatlán, que solo se permitió a un cronista por medio en las gradas.
Nosotros no pedimos salas de prensa con aire acondicionado, wifi, hidratación, un escritorio y una mesa cómoda. A estas alturas, después de haber trabajado en el Luis Amílcar Moreno, el Correcaminos, Tierra de Fuego, Ramón Flores o el Quiteño, por mencionar algunos estadios, solo se pide respeto al ejercicio periodístico. No queremos más.
Un amigo me dijo que era sencillo resolver el problema. Que no se paguen las credenciales y que no se vaya a los partidos. Pero no lo veo así. Nos debemos a los aficionados de Jocoro, Zacatecoluca, Metapán, Quezaltepeque y San Miguel, que esperan ver a sus equipos en las páginas de «Diario El Salvador».
Esos abusos y hechos insólitos deben parar. Es un llamado a los equipos y a los medios que debemos unirnos. Que se acaben los vetos en los estadios.