Mientras trabajo o me dedico a hacer mis tareas diarias, observo una y otra vez los bloqueos a prácticamente todas las iniciativas que provienen del Ejecutivo. Estoy convencido de que son bloqueos sin sentido o razón de ser. Creo que, más bien, acciones como esas forman parte de un sistemático accionar en contra de todo tipo de propuestas por parte del Gobierno, sin importar, incluso, que afecten a los que no están directamente en el frente de batalla, como el deporte, por ejemplo. Y son desaciertos que se repiten una y otra vez.
Cuando el deporte se mira afectado es, para mí, la muestra más clara de que no les importa nada, ya que al golpearlo se pasan llevando también la alegría de todos, la diversión, el desarrollo emocional, la salud, la generación de oportunidades. En mi caso, al igual que quizá el suyo, amigo lector, ahora también afecta la alegría de nuestros hijos. A mí me pasa con la princesa de la casa, la mayor de mi hogar, quien se sacrifica día a día, y desde las madrugadas, por cumplir sus sueños dentro de una piscina.
Seguramente cada uno de ustedes podrá recordar en qué punto fue perjudicado con estos bloqueos. Quizá en salud, quizá en desarrollo para su comunidad, quizá en seguridad o, simplemente, perdiendo la ilusión de ver un mejor país.
Yo siempre he sido enfático en decir que las opiniones diferentes son buenas porque nos ayudan a mejorar y a pulir las ideas. Pero la oposición a todo, con el rencor por bandera y sin tan siquiera pensar en ti mismo, en tu familia, en tus hijos, en tus hermanos o en tus padres, me parece fuera de toda lógica.
Al ver el panorama es indiscutible tomar unos minutos de reflexión y preguntarse: ¿es esto lo que quiero para mi país en los próximos tres años? La verdad es que no, yo no me imagino tres años más así. Me da miedo por El Salvador, porque este es nuestro país, el de todos nosotros, y estoy seguro de que nadie en sus cabales podría desear algo así.
Nayib Bukele ya fue electo, y por la mayoría de los que decidieron salir a votar, por aquellos que pidieron un verdadero cambio, por aquellos que estaban totalmente desilusionados de la tradicional forma de hacer política y por aquellos que se regalaron una nueva oportunidad, dándole el triunfo en primera vuelta a pesar de los múltiples intentos de bloqueos en su carrera hacia la presidencia.
Aquellos ya tuvieron su oportunidad, pero no la aprovecharon para hacer de ellos mismos su mejor versión y así beneficiar al prójimo. Ahora creo que, con justa razón, es tiempo de que otros tengan su oportunidad, para que así demuestren de qué están hechos.
Los bloqueos, a casi dos años de gestión gubernamental, siguen. Y el que piense que es solo hacia Nayib se equivoca, porque aquí nos vamos todos en la colada. Estoy claro de que nuestro país no soportará tres años más con un sistema voraz, ciego y confrontativo, dispuesto a bloquear todo lo que salga del Ejecutivo, o preparado para hacer todo lo posible —e imposible— para ver fracasar al Gobierno.
Considero que todos los salvadoreños tenemos una nueva oportunidad de soñar, de apoyar y de creer que nuestro país cambiará para bien y que las oportunidades vendrán más temprano que tarde. En lo personal, sé lo que se le viene al deporte, a la juventud. Sé lo que, como padre, quiero para mis hijos y lo que, como ciudadano, quiero para nuestro país. Quien realmente ama quiere para los demás lo que quiere para sí mismo.
Que nadie se quede en casa. Salgan, voten, celebren y disfruten de este próximo domingo 28 de febrero, un nuevo día en el que tu decisión, y no tu condición, determinará nuestro destino. ¡Que Dios nos bendiga a todos!