Por décadas, El Salvador vivió anclado a una dinámica perversa que impedía el desarrollo. Los diferentes intereses de algunos sectores oscuros del país bloqueaban cualquier intento de progreso o de superación de situaciones que en otras naciones habían pasado hace tiempo.
Tomemos, por ejemplo, el tema de inseguridad. Por un lado, muchos miembros de los grupos que «pactaron la paz» se enriquecieron al vender la idea de que un país que salía de la guerra necesitaba reforzar la seguridad con agencias privadas, pequeños ejércitos que mantendrían a salvo a aquellos que pagaran sus servicios.
Al principio, el peligro eran las bandas de exsoldados y exguerrilleros que se dedicaron al secuestro. De forma paralela también surgieron las pandillas, jóvenes deportados de Estados Unidos que habían caído en el crimen y continuaron esa vida en el país.
En lugar de erradicar el problema, ARENA-FMLN lo toleraron, alentaron y fortalecieron. Ganaron millones con sus agencias de seguridad mientras el pueblo era desangrado por estos terroristas.
Lo mismo sucedió con el transporte público de pasajeros, donde dejaron crecer intereses dispersos y particulares que sembraron el caos. Nuevamente, los más perjudicados son los ciudadanos. Sufren malos tratos, un pésimo servicio y su vida está en riesgo al subir a unidades viejas y sin mantenimiento.
Poco a poco se ha ido renovando este sector, pero, al igual que en materia de seguridad, se requiere un cambio radical para superar un sistema que solo beneficia a unos pocos a costa del sufrimiento de muchos.
El Gobierno del presidente Nayib Bukele rompió décadas de inseguridad del pueblo salvadoreño al declarar una guerra a las pandillas.
Con el Plan Control Territorial, en combinación y con el respaldo del régimen de excepción, el presidente Bukele logró desarticular a las maras. Los esfuerzos de policías, militares, jueces, fiscales y personal de centros penales han logrado ejecutar exitosamente las políticas de seguridad y ahora, por fin, El Salvador vive en paz.
Ahora que hemos visto de lo que ha sido capaz este Gobierno, no es de extrañar que esto mismo suceda también con el transporte público. Ya estamos viendo la reactivación económica a través del turismo y el dinamismo empresarial, con una industria puente que rompe récords de exportaciones.
Un nuevo El Salvador está en marcha, construyendo el desarrollo que se merecen sus ciudadanos. El pueblo acompaña decididamente los esfuerzos del presidente Bukele para transformar al país.