Es 22 de abril por la madrugada, es el Día de la Tierra, y luego de varias semanas de intenso calor por fin en el horizonte se oye una pertinaz llovizna que en breves minutos toma fuerza, se desplaza rápido de norte a sur sobre San Salvador, ya como una intensa tormenta.
Hasta los primeros aromas del petricor —el agradable e inconfundible olor a tierra mojada— todo va bien, pero al pensar que hay personas viviendo a orillas de quebradas, o que miles de personas hacen del lanzar basura a cunetas, calles o zonas verdes su deporte, ahí la cosa deja de oler agradable, ya es señal de alerta. Y la lluvia desnuda esa realidad salvadoreña todos los años, lastimosamente.
Y es así, basta que llueva intensamente sobre la zona del estadio Cuscatlán para esperar que en minutos haya inundación en la zona del paso a desnivel del Hermano Lejano, o que caiga lluvia por 30 minutos en la zona de la Colonia Médica y también se inunde la zona del bulevar Tutunichapa y zonas aledañas, y así otros lugares. La predicción no es sacada de estudios sobre medioambiente o urbanismo, solo está basada en observar; sí, observar las malas costumbres, la carente educación ambiental y el desatinado sentido común de esas personas que con lujo bajan vidrios de carros solo para lanzar basura o usan una pala para tirar tierra o basura… a las calles, en lugar de depositarla donde corresponde y entregarla a «los señores de la limpieza», porque «los de la basura» son ellos, los que tiran sus desechos donde se les ocurre o solo la barren para dejársela al vecino de al lado.
Y así, las primeras imágenes tras las primeras lluvias no sorprenden, pero son cada vez más preocupantes. Eso lo saben las cuadrillas de trabajadores de la alcaldía o de Protección Civil que deben hacer un trabajo extra para evitar desgracias que se podrían evitar simplemente actuando con sentido común: colocando la basura donde corresponde. Es tan fácil, pero tan difícil para unos.
«Cada botella, cada bolsa plástica, cada residuo que nuestros equipos recolecten en ríos y quebradas representa un paso hacia un futuro más limpio y seguro para todos. Pero la responsabilidad es de todos», dice un post de la alcaldía de San Salvador para adornar un mensaje a propósito del Día de la Tierra, y dos fotografías acompañan el post: una deprimente, con cientos de botellas, bolsas, basura plástica, ramas, vasos, etcétera, todo generando una «minipresa» de basura en una quebrada. La siguiente fotografía es la de cómo debería estar siempre: el agua fluyendo quebrada abajo.
Pero claro, para la segunda fotografía fue necesario que intervinieran los trabajadores de la alcaldía, quienes bien pudieron estar en otras tareas de beneficio si las personas tomaran conciencia de que lanzar basura solo logra eso: estropear ríos y quebradas, provocar la proliferación de zancudos, inundaciones por tapar tragantes en la ciudad y otras más graves que taponean puentes en zonas rurales con daños en cultivos o viviendas, como las primeras ocho viviendas reportadas por Protección Civil como inundadas en el cantón Monte Grande, de San Miguel. En este tema es más lo que podemos hacer como ciudadanos que solo esperar las acciones de las autoridades.
Así que en este Día de la Tierra no basta ponerse de verde, es mejor botar menos agua cuando se riega el jardín o lavar el carro con trapos mojados y detergente en lugar de tirarle agua con manguera, es mejor barrer cunetas y recoger los desechos que tirarle agua a presión y solo empujar la basura al espacio del vecino, y es mejor sembrar un árbol que solo exigir sombra o quejarse por el calor, que, por cierto, será cada vez más intenso de no cambiar nuestros hábitos.
PD: Si hace turismo y lleva alimentos o bebidas en recipientes plásticos, recoja la basura y tráigala a su casa o deposítela donde corresponde.