La nueva Asamblea Legislativa que ayer tomó posesión es el fruto de la expresión democrática, libre y directa del pueblo salvadoreño.
Los ciudadanos votaron para darle a Nuevas Ideas la mayoría especial para continuar siendo el instrumento de las transformaciones del Estado que el presidente Nayib Bukele requiere.
En esta nueva Asamblea Legislativa, el pueblo salvadoreño decidió que la oposición fuera aún más relegada en la toma de decisiones, al quedar únicamente representada con tres diputados. Ese fue su peso electoral expresado en los comicios de marzo pasado.
Nuevas Ideas y sus aliados, por el contrario, suman 57 de 60 curules que componen la nueva Asamblea Legislativa.
La bancada de Nuevas Ideas es más grande, porcentualmente, en esta segunda legislatura que en la anterior. Ya en su primera participación en la Asamblea Legislativa tuvo 56 diputados, equivalentes al 66 % de los 84 diputados. Ahora, en cambio, los 54 diputados que obtuvo equivalen al 90 % de los 60 legisladores que componen el Órgano Legislativo.
Tal muestra de respaldo popular es, al mismo tiempo, una enorme responsabilidad para la bancada cian.
Las transformaciones emprendidas durante el primer mandato del presidente Bukele estuvieron al inicio de su gestión bloqueadas por una Asamblea en la que ARENA y el FMLN controlaban las decisiones y mostraron su compromiso con las maras al impedir que la Policía y el Ejército tuvieran los equipos tecnológicos y el armamento suficientes para combatirlas.
El pueblo, comprometido con las transformaciones emprendidas por el Gobierno, votó para darle mayoría calificada, la cual fue determinante para financiar el Plan Control Territorial, así como para depurar el Órgano Judicial y el ministerio público, pero que requirió del acompañamiento de aliados para garantizar el régimen de excepción, vital para la desarticulación de las pandillas.
El proceso de transformaciones se acelerará aún más con esta nueva Asamblea Legislativa, que tiene una bancada cian lo suficientemente grande y con el poder de decisión determinante para reformar, en esta misma legislatura, aquellas disposiciones contenidas en la Constitución de 1983 (la que surgió bajo la dirección de Roberto d’Aubuisson, fundador de ARENA) para proteger los intereses de grupos de poder, pero que restringen el bienestar pleno del pueblo. Esta nueva facultad fue una reforma aprobada por la anterior legislatura y que la nueva debe ratificar.
La Asamblea Legislativa que entró en funciones es un instrumento para construir un nuevo futuro para El Salvador.