El voto universal para elegir a gobernantes es algo que los pueblos se ganaron a fuerza de sacrificios y lucha constante y prolongada; de hecho, la mayor parte de la historia de la humanidad se ha escrito bajo regímenes diferentes a la democracia. La democracia que vivimos en la actualidad, por tanto, ha sido un elemento muy escaso, una razón más que suficiente para pelear por ella, conservarla, desarrollarla y defenderla.
En esencia, la democracia pasa por la elección libre de los gobernantes, por la posibilidad de cambiar a aquellos que no nos convienen al final de sus períodos, y por que cada uno tenga la libertad de expresar su punto de vista.
Por décadas tuvimos como válido un solo punto de vista, proveniente de los grupos tradicionales que han ejercido el poder por medio de sus partidos, convertidos, de ese modo, en meros vehículos de ocasión. Con el pasar del tiempo vimos que el sistema político se convirtió en un monstruo de dos cabezas, cada una, en teoría, opuesta a la otra, pero en la práctica han vivido del mismo origen y se han alimentado de la misma fuente. Con este esquema no había una verdadera opción; por tanto, el sistema de polarización obligaba a votar por uno u otro, pero no más allá.
El verdadero cambio llegó cuando los salvadoreños lograron hacer a un lado a ese monstruo de dos cabezas y eligieron un nuevo camino. Este hecho histórico aceleró lo que hemos visto en los últimos meses: una alianza plena y abierta de los supuestos antagonistas, la unión de los contrarios.
Por eso, todo el poder acumulado en las últimas décadas por estos dos partidos políticos estará unido en las próximas horas para tratar de conservar un sistema que está llegando a su fin. En nombre de la democracia se han provocado guerras y cometido crímenes, pero eso solo la daña, no la defiende.
La participación ciudadana es lo único que puede fortalecer la democracia. La participación masiva, ordenada y respetuosa de los salvadoreños eliminará cualquier posibilidad de retroceso. Nadie puede suponer que todo está decidido y que el cambio ya se instaló en la Asamblea Legislativa. Eso solo será posible si todos salimos a votar y damos nuestro aporte individual para convertirnos en una voluntad colectiva.