Abandonar cualquier hábito es difícil, sobre todo si es dañino y es una adicción. Dejar de fumar está catalogado como una adicción difícil de dejar, incluso, cinco veces más que el crack y la heroína. La cantidad de aditivos que tiene cada pequeño cilindro de tabaco penetra en el cuerpo y en el cerebro de manera tan profunda que dejar de fumar se vuelve una lucha difícil, pero posible de lograr.
Por eso, el acompañamiento para aquellos que quieren abandonarlo requiere de una parte médica tanto para la salud física como la mental.
En la Clínica de Cesación de Tabaco, del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), las puertas están abiertas y todos sus miembros listos para apoyar a todo aquel derechohabiente o beneficiario que quiera dejar el cigarrillo de manera integral, con un acompañamiento de neumología, psicología y trabajo social.
Cada lunes y jueves de 8 a 10 de la mañana, en el auditorio del Consultorio de Especialidades, en el sexto nivel del Hospital de Especialidades, del ISSS, la doctora Liliana Choto junto a un equipo de profesionales de salud abren sus puertas para recibir, en terapia grupal, a cualquier persona que quiera renunciar a esta adicción o que ya lo haya logrado y comparta su testimonio.
En cada encuentro, la Clínica de Cesación comparte con los asistentes desde la historia del tabaco, cómo afecta al cuerpo y cómo salir de él. Luego hay un espacio para compartir experiencias y testimonios de quienes ya lograron dejarlo.
Aquí empieza el tratamiento, con el apoyo y la terapia grupal, porque si bien fumar está socialmente aceptado y no implica ningún delito, su adicción es fuerte como cualquier otra, causa un gran impacto emocional y también puede implicar recaídas en momentos de riesgo.
Una vez los pacientes deciden dejar el cigarrillo, la mayoría lo hace por salud o porque van pasar por una cirugía y él médico les pide que dejen de hacerlo. Previamente se acercan a la clínica donde reciben terapia grupal en la que el apoyo mutuo entre iguales es primordial.

Luego, hay atención psicológica individual para modificar la conducta de consumo, se enseña técnicas que sirvan para contener el deseo en eventos problemáticos y también para evitar recaídas, así como abordar situaciones personales. En paralelo, este proceso es acompañado por un tratamiento farmacológico, es decir con ayuda de un medicamento.
La especialista fundadora de la clínica reconoce que la pandemia y el confinamiento han sido eventos que han activado ansiedades y en consecuencia mucha gente empezó o retomó fumar. En ese sentido, es necesario recordar y comunicar que existe este espacio para abandonar la adicción.
«Para llegar a la clínica solo pidan a cualquier médico les dé una referencia, o también pueden llegar los lunes y los jueves. Lo único indispensable es que sean derechohabientes o beneficiarios en el ISSS», explica.
El período promedio de rehabilitación está compuesto en dos fases que conllevan tanto la parte física como psicológica, según se ha detallado. En tiempo, el promedio es de siete meses (puede ser más), pero no se trata de ganar una carrera o competir, sino de llegar a la meta con el objetivo cumplido: no fumar más.
En los últimos cinco años, desde 2017, la terapia grupal ha tenido una asistencia de 5,654 pacientes, entre aquellos que han llegado por primera vez y subsecuentes.
Cualquier derechohabiente que cotice en el ISSS o beneficiario puede acudir por referencia médica o de manera voluntaria a la Clínica de Cesación de Tabaco. De momento, solo hay una y está en el Hospital de Especialidades, sobre la Alameda Juan Pablo II, en San Salvador.
Tratamiento farmacológico

La Clínica de Cesación De Tabaco se inauguró a principios de la década de los 90. Desde entonces, ha desarrollado un tratamiento contra la adicción integral. De esta manera, también se acompaña con medicamentos que ayudan a paliar el síndrome de abstinencia de la nicotina.
Al principio se contó con chicles de nicotina y parches de liberación prolongada para acompañar la parte psicológica. Pero tras un cambio en la comercialización de estos a escala regional, la doctora Liliana Choto hizo una investigación para encontrar un sustituto y lo encontró con el spray nasal de nicotina.
La doctora explica que se trata de un medicamento de alivio de la emergencia, porque se aplica en el momento en el que el paciente siente el impulso y el deseo desmedido de fumar.
Se aplica en la nariz con dos disparos en cada fosa para liberar 4 miligramos de nicotina, que comparado a los 11 gramos de un cigarro ayudarán definitivamente a que el paciente poco a poco lo deje. También puede aplicarse en la boca, en la cavidad al final de las muelas.
El tratamiento es para tres meses, pero eso depende de cada paciente.
TESTIMONIOS
«Me salvé de un infarto gracias a la clínica de cesación»

Ana Julia Dimas tenía 10 años de fumar. Logró dejar el cigarrillo en esta clínica y siempre creyó que nunca iba a recaer. Pero una situación familiar la llevó a intentar recaer, por eso acudió nuevamente a la terapia grupal. En una de las visitas, la doctora Choto junto al resto de especialistas notaron desmejorada la salud de Ana Julia y la enviaron a hacerse exámenes. La respuesta reveló que tenía riesgo de infarto, inmediatamente fue ingresada como candidata a un marcapaso. Aquello fue en 2018, ahora ella goza de salud y, además, sigue sin recaer con el cigarrillo. Agradece la oportunidad de seguir disfrutando la vida con sus seres queridos, algo que ha ganado gracias a la clínica. «De no existir esta clínica quizá ya no existiéramos, porque sabemos que el tabaco es una muerte silenciosa. Gracias a esto yo tengo calidad de vida para disfrutar con mi familia y mis seres queridos», celebra Ana Julia.
«Un amigo me recomendó esta clínica y dejé de fumar»

Con 71 años de edad, don Manuel de Jesús Meléndez ya lleva varios sin fumar un solo cigarro. Recuerda que él estaba sentado en el parque Libertad cuando un amigo se le acercó y le preguntó si quería dejarlo, y le dije que sí. Llegó a la clínica con la decisión de dejar de fumar. Recuerda que no le había causado problemas de salud, pero sí que era incómoda su convivencia a los demás porque el olor del cigarro se le impregnaba en la ropa, o fumaba cerca de las personas y las afectaba. En su caso, cuenta que no fue necesario utilizar el medicamento, «pero ese fue mi caso, no lo necesité. Decidí dejar de fumar y lo dejé, pero no es así para todas las personas». Manuel es parte de la terapia grupal de la clínica y asiste para dar apoyo por medio de su testimonio para que más de sus compañeros logren vencer el tabaquismo de una vez por todas.