El viernes de la semana pasada, la Policía Nacional Civil acompañó a la Fiscalía General de la República en el allanamiento a la alcaldía de Chalchuapa, en el departamento de Santa Ana, debido a la denuncia por sustracción de documentación oficial a pocos días del cambio de administración. Se trató de un allanamiento de la misma naturaleza que el que se ejecutó en la Asamblea Legislativa para verificar información sobre las plazas fantasma que operan en el órgano del Estado como otra forma más de corrupción. Sin embargo, a pesar de la intervención policial y fiscal en Chalchuapa, los medios de comunicación «tradicionales» decidieron no incluirlo en su pauta informativa debido a que implicaba a una alcaldesa de ARENA.
Rumores y denuncias sobre la destrucción de documentación oficial —tanto en la Asamblea Legislativa como en las alcaldías— han tomado fuerza ahora que los partidos «tradicionales» dejarán el poder. Y ha sido en Chalchuapa donde se concretó el allanamiento, pero solo «Diario El Salvador» informó oportuna y verazmente sobre el tema.
La omisión colectiva dentro de los medios «tradicionales» no es una coincidencia curiosa o anecdótica. Al contrario, es una muestra de cómo los opositores utilizan sus órganos de propaganda para ocultar la corrupción que por décadas ha sufrido El Salvador o para poner en marcha campañas de desprestigio y ataques en contra de los adversarios de sus financistas.
En este caso, el Gobierno del presidente Nayib Bukele ha sido el objeto de estos ataques. Ante cualquier acción estatal hay una desproporcionada reacción para atacar lo que se hace. Lo último ha sido crear «foros de diálogo» para analizar a la «nueva Asamblea Legislativa» con diputados de partidos que juntos suman seis votos del pleno, pero haciéndolos pasar como que representan a todo el Órgano Legislativo.
¿Cómo puede un allanamiento a una alcaldía importante pasar por desapercibido y cómo tres diputados con una incidencia marginal hablan en nombre de toda la Asamblea Legislativa? Esto solo tiene una explicación: se busca proteger a los «tradicionales» mismos de siempre y atacar al nuevo adversario político.
La maquinaria de desinformación hace lo mismo con noticias internacionales. Magnificó las críticas contra la vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford y AstraZeneca cuando el Gobierno anunció la compra del primer lote del medicamento. Medios «tradicionales» trataron de hacer ver que era la «peor vacuna de todas» e incluso denigraron que el lote recibido hubiese sido fabricado en la India, pretendiendo que el pueblo ignorara que esta nación es el mayor productor mundial de vacunas.
Naciones centroamericanas e incluso grandes potencias han anunciado cierres, bloqueo a la actividad económica y nuevas y letales olas de contagios, pero la agenda «tradicional» insiste en que El Salvador tiene un mal manejo de la pandemia y un lento avance de la vacunación, a pesar de que tenemos una economía plenamente abierta y con acreditaciones internacionales para hacer turismo seguro. Mientras esto pasa, en Guatemala hay una crisis hospitalaria muy grave y Costa Rica implementó el toque de queda diario. La conferencia del presidente de Costa Rica en la que anunció que pronto los hospitales rechazarán a pacientes graves porque no les quedan más camas de cuidados intensivos tampoco fue tomada en cuenta por los «medios tradicionales» porque iba en contra de su selectiva denuncia.