El fallo del viernes pasado de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, en un proceso de inhabilitación de derechos ciudadanos, establece que la restricción de que el ciudadano presidente de la república presente una candidatura para un segundo mandato no tiene razón de ser, por lo que establece que se debe permitir y sienta un precedente sobre una realidad en las Américas: la posibilidad de la reelección.
Hay dos aspectos importantes: que el ciudadano en ejercicio de la presidencia esté interesado en una candidatura y, lo más importante, no se trata de imponer un segundo mandato, sino que queda a disposición de los ciudadanos como «una opción más» entre la gama de aspirantes al cargo. Además, está sujeto a los requisitos del resto de los candidatos, como ser postulado por un partido legalmente inscrito y después de pasar por el proceso interno de selección a través de primarias.
El Salvador, con esta nueva disposición, entra en la misma sintonía de naciones como Estados Unidos y Brasil, que tienen contemplada la reelección presidencial. Hay otros países en donde el gobierno es parlamentarista en donde el jefe de Estado puede estar muchos años en el poder. Como Angela Merkel, que se retira como canciller de Alemania tras estar 16 años dirigiendo al país.
En Estados Unidos, 17 presidentes han hecho un segundo mandato gracias a la posibilidad de que los ciudadanos tengan la oportunidad de refrendar el buen trabajo de su gobernante. Los ciudadanos deben tener el derecho a elegir al mejor de entre todos los candidatos para que dirija al Gobierno.
Decía el presidente Nayib Bukele, a propósito de las exhortaciones que con diversos temas han hecho funcionarios y políticos estadounidenses, que para poder avanzar había que hacer lo que Estados Unidos hacía, no lo que decía, porque entre ambas había una gran diferencia.
Que un presidente tenga la posibilidad de presentar su candidatura para un segundo mandato no significa que automáticamente seguirá en el cargo o que esté usurpándolo, porque dependerá del voto ciudadano. Será la voluntad popular la que tenga la palabra. ¿Acaso eso es algo contrario a la democracia? ¿Dejar decidir al electorado es ir en contra de la democracia?
Al contrario: la votación popular consagra a un político y lo legitima. Y permitirlo para el presidente es un paso más hacia la consolidación de la democracia en El Salvador.