La auditoría que la nueva Asamblea Legislativa hace a las gestiones anteriores ha descubierto millonarios faltantes durante las gestiones de expresidentes que fueron impuestos por la alianza entre ARENA y el FMLN. El dinero público fue usado para mejorar las condiciones de vida de los diputados, sin ninguna consideración y sin que se tratara de inversiones en provecho de la ciudadanía.
Solo en la administración del dirigente efemelenista Sigfrido Reyes como presidente de la junta directiva de la Asamblea Legislativa se ha detectado un monto de $17 millones en gastos irregulares. Se trata de una cantidad que podría ser mayor en la medida que la auditoría vaya revelando más gastos ocultos, debido al obsceno nivel de despilfarro.
En la piñata farabundista, similar a la que implementaron en Nicaragua sus colegas sandinistas, el pastel se repartió en grandes tajadas para los amigos de los compas, empezando por el mismo Reyes, quien se adjudicó a sí mismo y a otros diputados durante su gestión —entre 2011 y 2015— $3 millones en concepto de viáticos, de acuerdo con los primeros resultados del examen de gastos encargado por el presidente de la Asamblea Legislativa, Ernesto Castro.
Castro explicó que tal cantidad en viáticos se desembolsó bajo el alegato de múltiples compromisos en el extranjero. Sin embargo, muchos de esos fondos son gastos que no tienen justificación y que incluso corresponden a invitaciones que los mismos diputados se hacían para participar en eventos sin ninguna trascendencia o sin mayor provecho para el país.
Otros $2 millones fueron destinados, durante la gestión de Reyes, a pagar una gran variedad de consultorías, de las que no quedó constancia de su verdadero impacto. Uno de los asesores en esa época era Byron Larrazábal, socio del efemelenista en su aventura de bienes y raíces en una exclusiva zona.
Larrazábal está siendo procesado penalmente por lavado de dinero y estafa por la compra irregular de terrenos que él y Reyes hicieron al Instituto de Previsión Social de la Fuerza Armada (Ipsfa) a precios por debajo del mercado (gracias al tráfico de influencias del dirigente político). Larrazábal, al igual que el efemelenista, huyó del país.
Reyes está prófugo y escondido en México, siguiendo el guion de otros corruptos en su partido, como Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén, quienes viven en Nicaragua. Al igual que Funes, Reyes alega ser perseguido político, cuando en realidad por lo único que la justicia lo persigue es para que devuelva lo robado al pueblo salvadoreño.