Un almuercito para desayunar es la opción de muchas personas que por años han visitado el Comedor Doña Marina, ubicado en el mercado número 3 de la ciudad de San Miguel. Sus platillos principales son carne de cerdo horneada, chanfaina, bazo de res relleno y carne deshilada con huevo, todo acompañado con arroz blanco, curtido y chilito.
Patricia América Díaz está al frente del comedor desde hace siete años, desde que su madre, Marina Noemí Díaz, falleció y le dejó el negocio a Patricia. Marina aprendió de su suegra, y el negocio ha progresado por generaciones.
«Siempre venía a trabajar con ella, yo soy la única mujer de seis hermanos, y me quede sola vendiendo acá, como dicen agarre las riendas del negocio», comenta Patricia.
El negocio abre a las 5:30 de la madrugada y cierra a las 11:30 a. m. Pero el día no termina ahí, Patricia va a comprar los productos para llegar a cocinar los alimentos que comercializará al siguiente día.
«Cocinamos desde un día antes porque la carne horneada lleva seis horas de cocción, no se puede hacer en el día, se puede dejar horneado y el siguiente día se prepara el juguito y los últimos toques que se le dan», explica Patricia, quien aún conserva la receta de su mamá, pero con algunos toques personales.
El plato de almuercito tiene un costo de $3.25. «Desde que mi madre ya no está, que son siete años y medio, ella lo daba a $3; de siete años para acá solo le he aumentado $0.25, no puedo aumentarle mucho porque hay gente que no puede pagar más», manifiesta.
Ella aclara que el nombre de «almuercito» surge porque muchos de sus clientes son cargadores de productos y requieren un desayuno fuerte para continuar con la faena.
También personas que llegan temprano al mercado a hacer sus compras pasan por el comedor para desayunar, como María Villegas.
«Estaba de unos 20 años, cuando vine por primera vez. Me trajo mi mamá, después de que me casé seguí viniendo, y hasta mis hijos vienen. Esta semana viene uno del extranjero y piensa en venir a comer a donde niña Paty. Me gusta su sabor, es bien sabrosa la comida», sostiene Villegas, de 79 años.