« Me percaté de que se había enfermado porque él les avisó a sus pacientes por medio de WhatsApp que no los iba a poder atender, porque estaba enfermo, y allí fue que me di cuenta de que él estaba realmente mal», relató con voz entrecortada Marina de Tobar, al recordar la forma en la que supo que su hijo, Carlos Tobar había sido afectado por la COVID-19.
El doctor Tobar falleció como consecuencia de la enfermedad el pasado 13 de julio. Y es que son muchas las personas que afirman que el ejercicio de la medicina es una de las profesiones más nobles que existen. Esto atribuido al compromiso y la entrega de cada médico en la atención de las personas. Esto fue lo que llevó al doctor Carlos Tobar a cumplir con el juramento hipocrático de salvaguardar la vida de sus pacientes hasta el final. Y así lo hizo. Hasta donde su salud se lo permitió, estuvo atendiendo a sus pacientes, muchos de ellos infectados con coronavirus, cumpliendo así con su deber médico.
«Él tenía una enorme vocación de servicio. Toda su vida se empeñó en ayudar a la gente, precisamente desde que estaba en su año social en la Unidad de Salud de Apopa y después en su clínica. Para nosotros, dentro de nuestro dolor, nos queda la satisfacción de que la gente tiene muy buenos recuerdos de él por la atención que les daba», expresó Marina, quien a la vez recordó 2003, cuando su ahora difunto hijo se tituló como médico de la Universidad de El Salvador.
Al sentimiento de Marina se une el de su segundo hijo, Nelson Tobar, médico radiólogo que constató la afectación de la COVID-19 en el organismo de su hermano; él también resaltó la dedicación que llegó a tener para atender a sus pacientes.
«Esta enfermedad depende de la cantidad de virus que una persona tiene, y mi hermano en un par de días pudo haber estado expuesto a una gran cantidad de virus. No había visto a nadie tan infectado como mi hermano», comentó Nelson, al recordar los últimos momentos que compartió con él.
A pesar de su ausencia, su madre y hermano lo recuerdan al ver a sus dos hijos, quienes son el legado que dejó como fruto del matrimonio con su esposa, Lourdes, con quien estuvo casado durante 16 años.
«Para mí, fue un gran honor haber compartido con él, ser la madre de sus hijos. Saber que él nunca cerró su consultorio, lo tuvo durante 17 años, se dedicó a la medicina privada. Incluso cuando llegó la pandemia, yo le decía que ya no fuera, pero él me decía “no puedo dejar de ir, ya que el bien del paciente es antes que el de nosotros”», expresó Lourdes de Tobar, esposa del recordado médico.
Lourdes también es doctora, y aseveró que la filosofía de su esposo ante la pandemia era atender a sus pacientes, porque esa era la contribución que hacía para desaturar los hospitales y las unidades de salud.
Afirmó que recordando su forma de ser, su alegría, carisma y entrega a su familia y profesión es que mantendrán viva su memoria para siempre.