La plaza Salvador del Mundo fue declarada Patrimonio Cultural de El Salvador el 26 de noviembre de 2012, según consta en la publicación del Diario Oficial, número 77, tomo 399 del 29 de abril de 2013, a pesar de la importancia que tiene, la alcaldía dirigida por Ernesto Muyshondt no le ha dado mantenimiento.
Según la declaratoria, la referida plaza fue edificada en 1942, por el maestro José Esteban Aquino, bajo la supervisión del arquitecto José María Barahona Villaseñor, en un terreno donado por la sociedad Escalón Núñez, para conmemorar la celebración de la creación de la Arquidiócesis de San Salvador, a través del Primer Congreso Eucarístico Nacional.
Al centro de la plaza se ubica el monumento identificado popularmente como Divino Salvador del Mundo, una escultura en mármol el cual fue traído desde Carrara, de la región Toscana de Italia para ser colocada sobre la tumba del expresidente de la República, Manuel Enrique Araujo, enterrado en el Cementerio General Los Ilustres, pero su familia donó la escultura.
Años después, la escultura fue donada a la Iglesia católica de El Salvador por doña Concepción Araujo de Mena, hija del expresidente, y por solicitud del entonces arzobispo metropolitano de San Salvador, Luis Chávez y González.
El terremoto del 10 de octubre de 1986 provocó el desplome y fragmentación en varios pedazos la imagen. El Cristo fue restaurado por el brasileño, Flavio de Phino con la ayuda de talentos salvadoreños, la estructura fue colocada dos años después, el 10 de octubre de 1988.
Alfaro detalla que los materiales con los que reconstruyeron la estatua no son los originales y hacen que el daño se acelere, «se hicieron comparativas similares al comportamiento del material».
Los especialistas recomiendan que la estructura necesita un mantenimiento urgente, revestimiento de las partes dañadas, una pasteada y pulida del mármol.
Sorto asegura que con esa «pulida cerramos poros a modo que el invierno que viene el monumento lo recibe de otra manera. Revestimiento, pasteado para que el agua no penetre».
Por su parte, Alfaro explica que en la restauración del monumento se debe evitar el uso de materiales «violentos», como los ácidos. «Muchos dicen hagámoslo con amoniaco, clorhídrico, y no se debe, porque una de las problemáticas que tenemos es que el monumento siendo de mármol el carbonato de calcio que es la parte gruesa del componente si nosotros abrimos con violencia dañamos más la pieza», refiere.