En el verano de 1992 me encontraba, por cuestiones del destino, en Varsovia, capital de Polonia. En aquellos días pude ser testigo de las grandes transformaciones políticas, económicas, culturales y sociales que estaba atravesando ese país como consecuencia de la caída del muro de Berlín.
Ahí, sentado en un café ubicado en el casco antiguo de Varsovia, se podía leer un mensaje del escritor alemán Johann Goethe que rezaba así: «La vida pertenece a los vivos, y el que vive debe estar preparado para los cambios».
La pregunta que nos hacemos todos es qué tan preparado se encuentra cada país para superar el impacto negativo de la crisis de Ucrania y Rusia.
Es evidente que la situación de Ucrania generó un efecto negativo en los mercados financieros alrededor del globo.
Y esto se debió en buena medida a que el conflicto se produce en una región que juega un papel relevante en el comercio mundial.
Rusia es el primer productor y exportador mundial de petróleo crudo, y el mayor exportador de gas natural, por cierto, con las mayores reservas de gas natural en el planeta, y un conflicto de esta índole afecta de manera directa los precios internacionales.
Por otro lado, Ucrania está dentro de las tres zonas más importantes que poseen la mayor superficie de tierra negra, con unas condiciones de producción agrícola incomparables; de hecho, se le conoce como el granero de Europa. Ucrania es un país que exporta maíz, trigo, cebada, etcétera. Y en el caso de Rusia se sabe que es el mayor exportador de trigo a escala mundial.
Además, debemos agregar que tanto Rusia como Ucrania son grandes exportadores de fertilizantes. La guerra en dicha región afecta de manera directa el suministro de crudo, gas natural, alimentos y fertilizantes.
Todo lo anterior influyó en la inflación mundial, y nuestro país no escapa de este fenómeno. De hecho, se sabe que nuestros agricultores importan fertilizantes a través de terceros de Rusia y Ucrania.
Rusia es el principal exportador mundial de fertilizan tes nitrogenados, el segundo de fertilizantes potásicos y el tercero de fertilizantes fosfatados. Y Ucrania es de igual manera uno de los principales productores de fertilizantes nitrogenados.
La inflación que experimente el mundo es consecuencia directa de un escenario bastante desfavorable para todos, y eso nos incluye como país. Un fenómeno inflacionario que encuentra su explicación más cercana en el aumento de los precios del petróleo, gas, escasez de fertilizantes y el impacto negativo que causó la COVID-19 en la cadena de suministros mundial.
El aumento generalizado de los costos de energía y alimentos está agravando cada día las presiones inflacionistas.
Ante un fenómeno de esta índole, es probable que los bancos centrales de Estados Unidos y los países europeos tengan que ajustar sus economías con políticas monetarias duras y terminen subiendo los tipos de interés.
Esto último provocaría grandes distorsiones en la recuperación económica mundial. Una subida de los tipos de interés generará una disminución de la inversión privada y, por consecuencia, una baja en la generación de empleo.
El dilema de los Gobiernos será lidiar con inflación y desempleo, una situación que en términos reales se traduce en un claro deterioro de las condiciones de vida de los ciudadanos a escala global, sobre todo de los más necesitados.
De ahí la necesidad de crear medidas económicas que busquen reducir los efectos de una crisis que nos afecta a todos; en otras palabras, apretarnos el cinturón y estar preparados para lo que se avecina.
En nuestro caso sería bueno que dejemos las banderas políticas, los intereses nefastos, los ataques sin fundamentos. La palabra «crítica» se define como ‘el conjunto de opiniones o juicios que responden a un análisis y que pueden resultar positivos o negativos’.
En El Salvador, la crítica suele venir por parte de la oposición, cargada, en su mayoría, de elementos negativos. Creemos, desde nuestra perspectiva, que sería más positivo que estas críticas fueran más constructivas, y eso sin dejar de lado que el Gobierno de turno agarró la peor parte de nuestra historia reciente: una historia marcada por la COVID-19, la inflación mundial, la corrupción de gobiernos anteriores, etcétera.