La mezcla de culturas que conviven en Mesoamérica, en especial en El Salvador y México, fueron inspiración para que el artista Vivien Morer creara una de sus series pictóricas más grandes, en relación al enorme formato que usó para sus cuadros.
Son alrededor de 20 pinturas las que preparó a partir del 2017, y entre ellas destacan dos trípticos inspirados en lugares y personajes mexicanos, el país donde nació; pero al que apenas pudo conocer debido a que sus padres decidieron criarlo en Francia.
Un Morer adulto dispuso tiempo para volver a México y vivirlo a plenitud. Fue así como su experiencia en el país azteca, más su interés por las manifestaciones culturales de lugares como Panchimalco (en San Salvador) marcaron el camino para la serie donde se evidencia la combinación de culturas.
Uno de los trípticos se llama «Trinidad» y recorriéndolo visualmente desde la derecha se hallan las piezas «El Padre», inspirado en el pilar central de la basílica Santa María de Guadalupe; «El Hijo», con la escultura del Cristo Rey del cerro del Cubilete, y «Espíritu Santo», que «Refleja el respiro, la palabra, el aliento del Padre y el Hijo. Inspirado en el órgano de la catedral metropolitana de México D. F.».
El otro tríptico se titula «Corazón», que a los extremos posee las piezas «Vigor» y «Red», representadas con los rostros jóvenes de indígenas mexicanos (un hombre y una mujer) ataviados con grandes penachos multicolores. Mientras que la pieza central es «Corazón» y está representado por el torso desnudo de un indígena quien carga a su compañera en la espalda con ayuda de un rebozo, el cual sujeta a su frente y manos.
Para evidenciar el mestizaje en Panchimalco, el artista se inspiró en las figuras de los chapetones. Uno de sus cuadros es «Chapetones. Día de las flores» y presenta en primer plano las figuras de tres ellos, de medio cuerpo, vestidos con los típicos sacos y pantalones negros y camisas blancas, sin faltar los sombreros de media copa, corbatas rojas y lentes oscuros. Mientras de fondo se aprecian las flores de ensarte colocadas en las palmas de coco.
La segunda obra es «Chapetones» y son retratos de cuerpo completo de tres de estos danzantes que «a través de su coreografía recuerdan la temprana presencia hispana en América Latina».
Panchimalco también inspiró el cuadro «Los tres tiempos de un pueblo», que se logró con las fotografías de tres oriundos del lugar, las cuales fueron tomadas hace más de 20 años y llegaron a manos de Morer por medio de su compañera de vida.
A la derecha está un hombre adulto, en medio una niña colocando una flor de ensarte en una palma y a la izquierda una anciana con una mantilla larga y negra, evidenciando su religiosidad católica. «El adulto y la anciana protegen a la niñez», comparte su creador.
El artista detalla que las imágenes de su tríptico «Trinidad» también está basado en fotografías que él tomó, «pero no todas las obras son reproducción de las fotos, se toman elementos que parecen destacables», dice.
Sobre la exhibición, el artista plástico Giovanni Gil escribió: «La expresión del mestizaje cultural antropológico de las regiones de Mesoamérica, donde se desarrolló toda una etnia cultural, son de alguna manera puestas visualmente en evidencia, gracias a la osadía, a la investigación y al tratamiento plástico que el artista desarrolla en sus lienzos constantemente».
Originalmente, la exposición se inauguró en julio del 2021 en el marco del bicentenario. En esta ocasión, cancillería decidió montarla nuevamente y estará dispuesta al público hasta el 23 de enero. El ingreso es gratuito.
«Esta exposición es visitar a México como adulto, ver con los ojos de un adulto, después de vivir un largo tiempo en El Salvador, y entender cómo fue mi origen. Me sentí como encontrar las raíces que yo no conocía realmente (…) Todos los países tienen cosas buenas y cosas malas, y hay cosas de México a nivel cultural que aprecio mucho y aquí también, y quería hacerles un homenaje a los dos países», agrega Morer, quien ya hace gestiones para que sus piezas se expongan en tierra azteca.