Con propiedad y conocimiento, el exmagistrado del Tribunal Supremo Electoral (TSE) Miguel Ángel Cardoza hizo un balance del trabajo del actual ente colegiado en las recientes elecciones —cuyo proceso fue concluido el pasado 15 de abril con la entrega de las credenciales a los funcionarios electos— y de los resultados que dejaron al partido Nuevas Ideas como la nueva fuerza política. Cardoza, magistrado del TSE entre 2015 y 2019, asegura que se deben hacer cambios al Código Electoral e hizo valoraciones sobre las lecciones que dejaron los comicios.
¿Cómo vio el trabajo del TSE en este proceso electoral?
Hay que decir que este Tribunal tuvo un contexto complicado previo a las elecciones, ya era un contexto difícil en que se iban a enfrentar las elecciones. Primero, porque venimos cargando todavía un sistema electoral complicado, hay que reconocer eso. Porque incluso en los países donde han abierto las listas y se puede votar por la persona es el candidato a diputado el que gana los votos. Aquí en El Salvador no, porque tenemos doble mezcla de conteo. Primero contamos los votos que favorecen al partido, y por medio de los votos los partidos ganan los escaños. Después nos vamos a las marcas de preferencia, para saber quiénes tienen esos escaños. Entonces realmente es complicado.
Encima de eso nos inventamos, como si la cosa no era ya complicada, un componente adicional que fue el fraccionamiento de las marcas de los votos. Como mantuvimos eso de voto por partido y marca por candidato, el sistema sigue siendo complicado. Y como se nos metió que no se podía fraccionar la unidad, entonces ese sistema de fraccionamiento del voto es un escenario complicado.
También es complicado porque se vienen administrando procesos electorales con las reglas del sistema electoral aprobado después de los Acuerdos de Paz, que, en mi opinión, son reglas ya agotadas. La mejor idea que los firmantes acordaron fue que se iban a cuidar entre ellos, pero en los últimos años hemos visto un deterioro de los partidos políticos tradicionales que necesariamente arrastra, aunque no queramos, al Tribunal Supremo Electoral, porque está formado por los mismos partidos políticos.
Y otro punto, no sabemos si en realidad se ha ido cumpliendo esa sentencia de la Sala de lo Constitucional que dijo que hay que ir despartidizando los organismos electorales temporales, porque ellos se convierten en jueces y no se puede ser juez y parte.
¿Todo eso influyó en un mal desempeño del TSE?
A que iba a tener dificultades. Si no era poco eso, se vino la pandemia. Había que tomar decisiones en la pandemia; entonces, el Tribunal Supremo Electoral iba a un proceso complicado. Ahora, para evaluar, habría que ver, en principio, la planificación, si el Tribunal planificó en tiempo. Luego, en la organización de las elecciones, habría que evaluar la capacidad de toma de decisiones que tuvo. En relación con las aplicaciones de la parte jurisdiccional, su aplicación de la normativa de la ley, y en el tema del uso de la tecnología, cómo manejó la transmisión del escrutinio, la transmisión de los resultados. Y, finalmente, que es importante, cómo manejó el escrutinio final, porque es en el escrutinio final cuando los conflictos que tiene el Tribunal terminan concentrándose en unos cuantos. Es ahí cuando el Tribunal debe tener la capacidad de tomar decisiones en orden para resolver esas controversias.
De las cosas más sobresalientes fueron los conflictos que se plantearon con las internas de los partidos y la inscripción de los candidatos. Es importante valorar eso porque pareciera que hubiera un campo gris que nadie entra a conocer, que son los problemas que tienen los candidatos en las internas de los partidos frente a sus dirigencias. ¿Quién vigila que los partidos políticos cumplan con la normativa? El Tribunal Supremo Electoral lo hace «a posteriori», porque revisa los documentos, pero pudiera pasar, como ocurrió en esta ocasión, que a algunos candidatos que iban a internas no se les dejó participar y plantearon recursos ante el Tribunal.
Habría que evaluar qué hizo el Tribunal para garantizar los mecanismos de control ante las controversias planteadas de los afiliados o por medio de la revisión de los documentos que posteriormente entregan.
A su juicio, ¿se cumplieron bien los procesos?
Nos quedó el sinsabor si se podían resolver con tres o con cuatro votos las inscripciones. Y ahí hay un punto que el Tribunal debería aclarar para futuras elecciones, si era cierto que se podía decidir con tres o necesitaba cuatro votos, ese tema no quedó claro. En un caso específico, la Sala [de lo Constitucional] terminó decidiendo si se inscribía o no un candidato. Otro punto es el día de las elecciones, el principal problema que vimos fue la conformación de las juntas receptoras de votos por el manejo de las credenciales, ese es un punto que deberían aclarar. El Tribunal tiene que darles garantía a todos los partidos de que van a poder participar, y eso incluye tener la credencial en su mano. Algunas veces son los partidos políticos que a última hora deciden cambiar gente, ese es un problema que le genera al sistema electoral, ya no debería ser así. El Tribunal no debería depender de los partidos políticos para montar las juntas receptoras de votos si ya la misma Sala dijo que había que despartidizarlas.
¿Considera que había condiciones para un fraude electoral?
Es que el fraude electoral en el caso de El Salvador es difícil, en la medida que eso solo puede ocurrir en la mesa, solo ahí. Y no quiero decir que no, sí puede haber, pero en la mesa puede ocurrir en caso de que haya una actividad generalizada.
Cuando es un voto el que se está peleando, cualquiera hace lo necesario, hasta lo ilegal por ganar eso; pero cuando son 180 votos de diferencia, por ejemplo, cómo van a hacer eso.
¿Cuál es la interpretación que hace de los resultados?
Fue claro el mensaje que ha dado la población. El mensaje fue «estamos rompiendo con este esquema». Yo creo que en ese sentido el señor presidente [Nayib Bukele] leyó bien los cambios sociales. Y hemos venido en un proceso que no es solo de El Salvador, casi es mundial, del deterioro de la figura de los partidos políticos. Ese es un tema que habría que analizarlo, por qué la figura de los partidos políticos tradicionales se viene deteriorando, que no solo ocurre en El Salvador.
¿Cree que el TSE fue tibio al no hacer una aplicación directa de la resolución de la Sala de lo Constitucional sobre el voto en el exterior?
Ahí hay omisión de varios, empezando por la Asamblea Legislativa. Desde 2016 la Sala de lo Constitucional ordenó que hubiera voto en el exterior para diputados y para alcaldes, y hemos llegado prácticamente a diciembre de 2020 y la Asamblea Legislativa no había legislado al respecto; hasta última hora empieza a legislar. Aquí hay un tema que vale la pena analizar un poco, porque también hay un veto del presidente de la república que iba más que todo en la línea de los concejos municipales, en el ejercicio pasivo de cómo ser electo, pero, evidentemente, hubo una omisión, empezando por la Asamblea Legislativa.
Con la nueva configuración de la Asamblea Legislativa, ¿cree que están dadas las condiciones para hacer cambios de separación en la parte jurisdiccional y administrativa del ente colegiado?
Esperaría que con la nueva configuración se revise el sistema electoral, porque como magistrado del Tribunal Supremo Electoral en tres ocasiones, como colegiado en aquel momento, presentamos propuestas de reformas a la Asamblea Legislativa, a la comisión de reformas electorales, incluyendo el voto en el exterior, pero no caminó la cosa. Espero que esta nueva configuración permita discutir los temas electorales dentro de los cuales está la separación de funciones.
¿Qué lecciones nos deja este proceso electoral y qué se puede mejorar?
Yo creo que la primera gran lección, que para mí viene siendo desde 2015, es que hay que revisar el sistema electoral. Hay que ver si realmente está respondiendo a las necesidades de una nueva sociedad. Yo he sido funcionario toda mi carrera, uno se da cuenta en el ejercicio de la función pública que uno le sirve a la sociedad y la sociedad va cambiando, y uno como funcionario debe ir adaptándose a estos nuevos momentos, a estas nuevas realidades. Para mí hay un claro mensaje, las cosas tienen que cambiar, ya no pueden seguir siendo las mismas, y habría que buscar mecanismos para garantizarle al votante salvadoreño que su voluntad seguirá siendo respetada.
Yo creería que también es el momento de pensar en que las elecciones deben quitárselas a los partidos y dárselas a los ciudadanos, que los miembros de la mesa sean los ciudadanos. Es que así los ciudadanos se van a dar cuenta directamente de que en ellos está el ejercicio de la democracia.