En la sociedad salvadoreña siempre se ha abierto un debate de la utilidad de las fuerzas armadas en los asuntos de país, y, en la actualidad, un grupo de personas con intereses políticos pretende minimizar su rol.
Movidas por el celo provocado principalmente por resultados exitosos de los planes de seguridad en los que participa la Fuerza Armada, con el Ejército y las fuerzas Aérea y Naval, estas personas luchan por debilitarla, por quitarle herramientas o apoyo financiero.
Desde sus trincheras políticas, espetan que el dinero invertido en la institución no es tan necesario, porque, para ellos, no debemos hacer labores de seguridad. Pero ¿cuánto vale la vida de cada salvadoreño?
La población sabe muy bien que esta es una nueva Fuerza Armada, comprometida con muchísimas tareas de manera permanente a la sociedad, tanto en misiones humanitarias como en actividades rutinarias. Una Fuerza Armada equipada para defender la vida de cada ciudadano, sepultando las perversas maniobras de adiestrar a terroristas, como sucedía en los gobiernos anteriores.
Nuestra entidad es una organización extraordinaria, llena de multitud de valores y respeto, conformada por personas que no dudan en ningún instante en poner su vida a disposición de los demás, incluso de los que mancillan su honor.
Esta Fuerza Armada es una institución profesional, respetuosa de la Constitución, de las leyes, convenios, tratados internacionales de derechos humanos y derecho internacional humanitario.
Hemos demostrado, a lo largo de esta pandemia, que no solo defendemos nuestro territorio, sino que, además, acuerpamos la seguridad de cada ciudadano en coordinación con la Policía Nacional Civil; asimismo, ejecutamos muchas actividades humanitarias y sociales, por ejemplo, llevar los paquetes alimentarios a las puertas de las casas de los ciudadanos.
Intentar minimizar y desacreditar las labores fundamentales de nuestra institución castrense, por simple ociosidad política, es una perversidad a todo nivel, que tiene como objetivo desmantelar el Plan Control Territorial.
Mientras los salvadoreños sienten seguridad cuando ven a nuestros soldados, la minoría opositora grita al cielo «¡militarización!».
El hecho de que antes se miraban pandilleros y ahora soldados no quiere decir que se esté militarizando el país, sino que ahora tenemos más presencia en zonas vulnerables y es para brindar seguridad a la población, que es a quien nos debemos.
Es por eso por lo que nuestro comandante general, Nayib Bukele, nos ha ordenado que no escatimemos esfuerzos en ese servicio de seguridad a los salvadoreños. Y eso estamos haciendo.
Se necesita de más efectivos para establecer un mejor control de determinados sectores. Por esa causa, incorporaremos 2,400 nuevos soldados, los cuales se sumarán a los más de 20,000 con los que actualmente se cuenta. De estos, 10,872 apoyan a la PNC en labores de seguridad pública como parte del Plan Control Territorial (PCT).
El ingreso de más soldados se da en cumplimiento a lo ordenado por el presidente Bukele para la implementación de la fase IV de la estrategia de seguridad. Estamos convencidos de que así vamos a ganar esta guerra a los grupos criminales, con medidas valientes.
Podemos decir con toda satisfacción que el plan de seguridad puesto en marcha por el Gobierno ha permitido la reducción sustancial de varios delitos; entre ellos, los homicidios y las extorsiones.
A pesar de la oposición y de sus ataques, nuestra institución sigue y seguirá firme cumpliendo los objetivos trazados en el combate a la criminalidad, para llevar tranquilidad a la población.
De igual forma, estamos asestando duros e históricos golpes al narcotráfico, a tal grado de que los narcotraficantes evitan cruzar el mar territorial salvadoreño por ese excelente trabajo que se ha hecho con la Fuerza de Tarea Naval Tridente. Nos hemos convertido en el único país desde México hasta Panamá en incautar a tanta profundidad en el mar.
¿Por qué tanto ataque hacia las labores de nuestra institución? ¿Cuál es el verdadero interés de debilitar la lucha contra el narcotráfico?
Los resultados son indiscutibles, porque esta es una nueva Fuerza Armada que cumple con su mandato constitucional con profesionalismo y determinación al servicio de la sociedad.
Los intereses electoreros y mezquinos no caben en nuestra gloriosa institución.