El Salvador ha sido una vez más noticia positiva en mayo de 2022 gracias a una mujer de 46 años, abogada y notaria de la república de El Salvador, con tres maestrías, diplomados y cursos especializados en su formación académica de más alto nivel, amante del arte y la cultura, madre ejemplar, una mujer integral, su nombre: Alfa Karina Valle Arrué, que hizo historia al llegar a la cima del monte Everest (8,849 metros sobre el nivel del mar) el 11 de mayo de 2022, a las 22:00 horas de Nepal, y colocar la bandera de la República de El Salvador en el denominado «techo del mundo». Se convirtió en la primera persona de nacionalidad salvadoreña que lo logró y en la tercera mujer centroamericana.
Hace un año, Alfa Karina emprendió el retorno a El Salvador sin poder llegar a la cumbre debido al mal clima que impidió el último esfuerzo; si seguía adelante podía arriesgarse a perder los dedos de las manos o de los pies, la nariz o su vida; solo puedo imaginar la serie de pensamientos y sentimientos encontrados al comenzar el descenso, lo que para muchos fue una derrota significó una nueva marca personal, ser la primera salvadoreña en alcanzar la escalada a más de 8,000 metros sobre el nivel del mar. Hubo lágrimas, mucho dolor al bajar la montaña, la duda que se apoderó de ella al tener que pagar una hipoteca de su casa para financiar los costos del viaje en ese primer intento.
Una vez recuperada en aquella misma montaña, sin haber descendido, tomó la decisión de regresar y pedir la ayuda de Dios. La preparación de Alfa Karina inició en aquel momento del descenso, atrás quedaban las bajas temperaturas extremas, la nieve, los peligros, los vientos huracanados, los precipicios, las deudas y otras pruebas. Había pasado por un verdadero fuego en pleno hielo, donde se forman las lideresas; vivió su propio desierto en una montaña, y desde esa batalla perdida nació el mito, una historia de éxito, de superación personal, de liderazgo del más alto nivel. Ninguna de sus maestrías académicas le había mostrado tanta vivencia. Al regresar comenzó el entrenamiento, y en su preparación encontró el apoyo incondicional del licenciado Yamil Bukele, presidente «ad honorem» del Instituto Nacional de los Deportes (Indes), quien creyó en ella, compartió su visión y vieron juntos la cumbre del Everest y la bandera azul y blanco de nuestra nación. Además del apoyo anímico le brindó apoyo económico por medio del Indes, y estuvo pendiente paso a paso de su preparación y sus necesidades hasta anunciarle al país esa misma noche que Alfa Karina había llevado la bandera de El Salvador hasta lo más alto de la tierra, y que había cumplido su promesa: regresar y hacer cumbre.
Esta es la historia de éxito de una gran salvadoreña que nos proporciona muchas enseñanzas y lecciones de vida, nos deja un legado de fe en Dios, de creer en nosotros mismos, amor por su familia, de perseverancia, disciplina, esfuerzo, sacrificio, trabajo en equipo y de técnica, que como salvadoreños debemos buscar la excelencia siempre, que podemos brillar y estar en lugares de altura, que somos llamados a ser cabeza y no cola, que todo esfuerzo tiene su recompensa, a no rendirnos, a creer en nuestros sueños y luchas por alcanzarlos, que las mujeres están en el corazón de Dios y que logran hazañas extraordinarias, dignas de toda admiración y respeto, que debemos amar y representar nuestro país con excelencia. Alfa Karina coloca a El Salvador en la historia, en un selecto y exclusivo grupo, que sirva de inspiración a un país necesitado de buenas historias. Fe en Dios y adelante, no hay límite, si puede creerlo.