Por Roberto Carbajal, actor
Luis Gallegos Valdés, crítico literario, quien escribió «Panorama de la literatura salvadoreña» (1980), expresa que fue Francisco Gavidia quien introdujo los estilos literarios franceses en la poesía modernista de El Salvador, aunque se le atribuye a Rubén Darío como precursor del modernismo pues llevó a España la métrica alejandrina que le había compartido Gavidia.
Francisco Gavidia cultivó todos los géneros literarios desde la poesía, el ensayo, el cuento, la novela, el teatro. Además, de filósofo, politólogo, pedagogo, periodista y traductor, creador de un nuevo idioma que llamó Salvador.
Es desconocido y poco difundido que Francisco Gavidia revolucionó las letras con su aporte al adaptar el verso alejandrino francés al español y que dio pie al Modernismo. Aún más allá de lo que muchos consideran un mito, que señalan que fue Gavidia quién ilustró a Rubén Darío, más bien compartieron una larga amistad y le mostró este descubrimiento el cual cambió significativamente la literatura y dio inicio con la difusión que hizo Darío a un grupo generacional conocido como La Generación del 27, entre estos García Lorca.
Fue Gavidia quien honró nuestra identidad y valores étnicos, pues había mucha influencia literaria de las corrientes europeas. Gavidia rompió con ese patrón y a partir de aquí, otros escritores siguieron esa línea literaria como Salarrué, Claudia Lars y Arturo Ambrogi.
El maestro Gavidia también introdujo el cuento y le dio identidad a nuestra literatura con temas indigenistas precolombinos como leyendas y mitos, también se le considera el creador del teatro salvadoreño. Entre su dramaturgia se destaca «Ursino», «La torre de marfil» y «Júpiter», esta última quizás la única que se conoce que ha sido llevada a escena solamente en tres ocasiones: la primera en 1951 por Edmundo Barbero, la segunda por Roberto Salomón en 1971 y la tercera por Fernando Umaña en 1991.
El anhelo de identidad, de libertad y justicia también está plasmado en su poesía que, para la época, muchos no la asimilaron pues en su anhelo de universalizar nuestra idiosincrasia era un hecho poco comprensible para su época.
Gavidia es considerado el padre de la literatura salvadoreña. Refleja en sus letras el sentir y pensar del país en esa época. Además, como admirador de Víctor Hugo y Frédéric Mistral (premio Nóbel 1904), tradujo varios de los textos de estos autores del francés al español, entre otras traducciones del griego y del hebreo. Autodidacto por excelencia aprendió varios idiomas. Gran parte de su obra se perdió, pero gracias a su nieto José Alfonso Mata, quien ha resguardado su literatura en Guatemala y que fue donada a la biblioteca de la Universidad Centroamericana (UCA), de El Salvador, podemos aproximarnos más a su legado.
La herencia de este genio es excepcional en nuestra cultura. Francisco Gavidia es el humanista, el filósofo, el maestro y así como muchos otros países honran a sus escritores con una reedición de su vasta obra más destacada, Gavidia merece eso y mucho más. Es para que las nuevas generaciones conozcan su obra y por ende nuestra identidad, ya que la difusión de la cultura de un pueblo enaltece su libertad y «La libertad que hay que dar a un pueblo es su cultura», (Miguel de Unamuno).
Un día para el Dolor, el Amor y la Esperanza
Por Kanilo / DeCuento
El Dolor, el Amor y la Esperanza tenían la costumbre de reunirse cuando el día ya había terminado para contarse los sucesos más importantes. Algunas veces discutían sobre cosas sin importancia tratando de hacer valer sus mejores argumentos.
-¡Cómo me he divertido hoy!, dijo con voz grave el Dolor luciendo su traje oscuro y sentándose en una bóveda del viejo cementerio
-Esta mañana he visto a una madre angustiada porque no tenía cómo alimentar a su hijo y ella había perdido el trabajo. Me crucé una calle y un joven universitario yacía en medio de un charco de sangre atropellado por un carro mientras su novia gritaba pidiendo auxilio. Me interné en un callejón donde un hombre se desangraba luego de ser apuñalado por un ladrón que no podía dejar a su anciana madre sin comer. Me detuve a la entrada de los arrabales y escuché los gritos de una mujer a quien su marido agredía provocándole varias heridas. Se me hacía tarde y apenas pude pasearme por las salas de un hospital donde vi morir a muchos y llorar a otros tantos por no poder evitar la muerte de sus familiares. Finalicé viendo varios entierros en medio de gritos escandalosos.
-¿Me permites?, dijo con voz suave el Amor vestido con un traje rojo y poniéndose de pie siguió: Yo también he tenido un buen día, por la mañana entré a una humilde vivienda donde una madre partía en dos el único pan para que al despertar sus hijos lo comieran mientras ella se iba a trabajar en ayunas. Caminé por los parques donde las parejas de novios se besaban con exceso de pasión, otras parejas tomadas de las manos lucían anillos matrimoniales sonriendo muy felices. Me asomé a una cárcel donde una madre anciana se pegaba a los barrotes para poder darle un último beso al hijo cautivo condenado a muerte y al final de la tarde pasé frente a una iglesia en cuyo altar un crucifijo me recordó el nombre de quien más ha amado a la humanidad con cada gota de su sangre.
-Con permiso, dijo una voz dulce. Vestida con un discreto atuendo verde tierno apareció la Esperanza: Este día igual que ustedes he caminado mucho. He permitido que las personas me vean. Me senté a la mesa con un padre de tres hijos que espera un buen trabajo para criar a sus pequeños tras la muerte de la madre. Fui al campo para sonreírle a un campesino al que las lluvias le hicieron perder toda su cosecha, visité la escuela de un pueblo donde un niño ciego sueña con aprender a leer y pintar paisajes con sus acuarelas. Me he sentado en el lecho de los enfermos terminales prometiéndoles pronta recuperación y me han sonreído. Pude visitar los laboratorios donde muchos científicos preparan vacunas para las grandes epidemias y les he transferido probabilidades de éxito. Por último, he visto salir a una multitud de un entierro y después de verme sonreír se han sonreído también confiando en la resurrección de su ser querido junto a Dios.
-¡Pero no les has resuelto sus problemas!, dijo el Dolor.
-No es ese mi trabajo, contestó la Esperanza sin dejar de sonreír.
-Creo que sin ti Esperanza, dijo el Amor, todo lo que hago es inútil.
-Es que tú provocas ternura, pasión y hasta desenfreno, pero solo con eso las personas no son felices, respondió la Esperanza.
-Hay quienes son felices haciendo el mal, dijo el Dolor. –He visto a asesinos sonreír con la sangre de las víctimas en sus manos.
-No discutiré más, dijo la Esperanza, pero debo decir que solo quien tiene esperanzas es capaz de superar el dolor. De nada sirve amar sino se espera alcanzar la plenitud. El universo entero es impulsado por quienes creen que un día terminarán las guerras, el sufrimiento y la injusticia, eso es lo que les permite seguir viviendo.
La Esperanza volvió a sonreír. Salió del cementerio brillando en la oscuridad. Después de unos minutos percibió pasos a sus espaldas, era el Amor que había decidido acompañarla dejando solo al Dolor oculto entre las sombras.
«Somos El Salvador»
Por Jimmy Francisco Ortega / DePoesía
Somos un jardín de ilusiones
y un volcán desbordante de esperanzas en flores,
los cautivos de ayer hoy son libres,
hemos roto cadenas, barreras y prisiones.
Somos El Salvador, un vivero de auroras.
Ya no somos rehenes de violencia y zozobras,
ya no ríe el dolor con risas burlonas,
hoy sonríe el mañana con risas soberanas.
Las estrellas brillan en nuestros senderos gloriosos,
los niños estudian y juegan libres y jubilosos.
Nuestros jóvenes sueñan con futuros grandiosos
y el Rabí nos enseña a ser solidarios y generosos.
Somos El Salvador, tierra de alegría y libertad,
donde el trabajo y la paz son nuestra identidad,
donde el sueño de ayer hoy es una realidad.
Somos un arcoíris armónico, pleno en diversidad.
Somos el Torogoz en libre vuelo,
somos la Flor de Izote orgullosa de este suelo,
somos el Maquilishuat símbolo de los anhelos,
somos el robusto Bálsamo esperanza de los enfermos,
Somos campo fértil, libre y en esplendor,
tierra explosiva de fe, esperanza y valor,
¡Somos El Salvador!
¡Oh maravilla de la creación divina!
Inmenso amor que no expira,
el Rey de los cielos ilumine tu vida,
¡La vida misma que das: a quien das la vida!
Linaje de Eva fatigada,
descansa la libertad del hombre
en tus espaldas.
Del hombre mismo autor de tu dolor
y responsable de tu cruz pesada.