A poco menos de tres meses para que disputen los Juegos Olímpicos (desde el 26 de junio al 11 de agosto) en París, Francia, El Salvador pone sus esperanzas en la esgrimista Fátima Tobar, quien el domingo 7 de abril batallará para quedarse con la única plaza panamericana disponible en la modalidad de sable, la cual se disputará en San José, Costa Rica.
Esta atleta, con 22 años de experiencia y que en el trayecto de su carrera deportiva tuvo que hacer una pausa por una lesión en la espalda y otros proyectos personales, pero ha renacido en este deporte de combate. Ahora, uno de sus grandes sueños y anhelos lo tiene al alcance, pero debe enfrentar a grandes rivales de Cuba, Canadá, Argentina, Brasil o Panamá, para convertirse en la primera cuscatleca en estar calificada para la cita olímpica.
Tras más de dos décadas de estar en esta disciplina deportiva, Fátima ha encontrado su combinación perfecta para sentirse segura de sí misma y estar tranquila a pocos días de entrar a sus combates.
Tobar dice que el yoga le «salvó la vida» y ahora es parte de su filosofía de vida y la pone por delante en sus prácticas, además de practicar surf, que le complementa la tarea en su proceso de preparación.
«Estoy muy feliz por esta oportunidad, pues esta competencia para mí significa mostrar toda la experiencia que he adquirido con todos los años, y estoy mentalmente preparada por el nivel que se va a tener en ese evento», dice con confianza la sablista nacional.
«Mis expectativas es dar el 100%, lograr la mejor posición, incluso pelear por esa plaza olímpica en esta competición», agrega al tiempo que dice que puede tener enfrente a unas 15 rivales.
Recientemente estuvo en la Copa del Mundo, donde no obtuvo los resultados esperados, pero tras esa aventura en la que acumuló más experiencia, viajó a Estados Unidos para continuar con arduos entrenamientos.
Tras la pausa obligada en su carrera, Fátima Tobar volvió a tener una oportunidad a través de un entrenador que le abrió una ventana para entrenar en Cuba, desde donde saltó a España y Hungría para estar entre los mejores esgrimistas del mundo y con experiencia en Juegos Olímpicos.
El «gusanito» del alto nivel de competencia volvió a meterse en ella y ahora persigue ese sueño de representar de gran manera al país.
«Pude entrenar en Hungría y eso me dio mucha más motivación, gracias a unos maestros que vieron mi talento, que querían seguir adelante. Tuve apoyos económicos para bases de entrenamiento y participar hasta llegar a Juegos Panamericanos y buenos lugares a nivel mundial», recuerda la deportista.
Además de destacar bajo la bandera de El Salvador, otro de los grandes propósitos que tiene ahora en mente es dejar una huella, sobre todo porque en la actualidad dirige, junto a su pareja (surfista), un club de esgrima que también combina con el yoga y el surf.
«Empecé a trabajar en surf y en yoga, soy instructora de yoga. El yoga fue lo que me salvó la vida, lo empecé a practicar por una lesión, pero terminó siendo como un estilo de vida», dice Fátima.
La sablista ahora está enfocada, reitera que está en esa condición, porque tiene al alcance su gran sueño desde que empezó a practicar la esgrima. «Siempre ha sido un sueño y estoy a una grada, el domingo, de poder subirla. Dios quiera que todo salga bien, hay que disfrutar, es mi mayor anhelo. Hay que confiar en uno, porque a veces uno no cree que debe sembrar esa confianza en uno mismo».