Fernando Ascencio ha perdido fuerzas para seguir usando el cincel y la almádana, dos herramientas que le han permitido esculpir la piedra por más de dos décadas en el cantón Piedra Gorda, de San Alejo, en La Unión.
La salud de este hombre de 71 años se ha deteriorado en el último año después de sufrir un derrame en la mitad de su cuerpo, y que le ha dejado secuelas, al punto de que se le dificulta mantener el equilibrio de sus manos con las cuales manipula las dos principales herramientas de trabajo.
Este hombre es considerado el último artesano de la piedra que ha quedado en dicha comunidad «alejense», la cual fue reconocida por las artesanías en piedra y el barro, una tradición que se ha ido perdiendo con el paso de los años, y donde hay muy poco o nada de interés en las nuevas generaciones por aprender este oficio.
«Ahora se me caen las herramientas, y para este trabajo el cincel debe estar fijo a donde le voy a pegar, pero como no tengo fuerzas en la mano derecha, se me vira el cincel para otro lado, pero hay voy haciendo, aunque sea piedritas; por ratos le pego por donde no es, y por ratos le doy bien», comenta Fernando.
Hasta hace unos años este artesano solo elaboraba piedras para moler maíz, en diferentes tamaños, pero luego de un taller que recibió a través de una institución gubernamental, logró aprender a elaborar más de 30 artículos a base de piedra.
Entre las figuras que elabora, se encuentran una variedad de animales y juegos tradicionales, pero también esculpe utensilios de cocina y hasta depósitos que pueden servir como floreros o veleros. El artículo más grande que ha fabricado es una tina a base de piedra.
Pero debido a su condición de salud, Fernando ha ido trasladando poco a poco sus conocimientos, a su hijo que hasta hace tres años estuvo en Estados Unidos, pero que hoy ha decidido dedicarse a las artesanías de piedra.
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«Yo desde pequeño aprendí hacer piedras para moler maíz, pero hace tres años que vine, ya mi padre había aprendido a elaborar otros artículos, y allí me puse, y poco a poco he ido aprendiendo y ahora trabajamos juntos. Mi padre ya no es igual porque ya no puede hacer objetos grandes, y para que haga estos objetos pequeños yo le ayudo a partir las piedras», asegura Rene Ascencio, hijo del artesano.
Fernando, antes de sufrir el quebranto de salud, salía para participar en ferias de turismo en donde ofrecía y vendía sus artesanías, pero tres su problema médico ya no lo pudo hacer, y en los últimos meses, la situación se le ha complicado aún más por la pandemia por el covid-19.