Al subir por una calle angosta y empedrada, pocos adivinan lo que hay después de llegar al portón y cruzarlo. Adentro, la calle angosta se va haciendo ancha ancha, como abriéndose a una enorme maravilla escondida en el sur de la ciudad.
A un lado hay verde y al otro también, los ojos de niño no acaban de absorber todo lo que ven y lo que les falta por explorar y descubrir.
Voy a contarles una historia, una que compartimos, porque ustedes son parte mía y yo de ustedes. Esta es la historia de cómo nací y de cómo hemos sido cómplices de aventuras en los últimos 45 años.
¿CÓMO NACÍ?
Soy un enorme oasis de diversión, con brazos que abarcan 10 manzanas de terreno. Estoy poseído por la magia de la naturaleza y de la inquietud de los niños que queda vibrando después de cada visita. También conquisto a los no tan pequeños. Los recuerdo de cuando eran niños; nunca olvido un rostro. Enamoro a todo el que me visita.
Así ha sido siempre, desde el día uno. Yo nací un 12 de febrero, ese día me visitaron de otro país, del mismo donde era mi padre, Japón. Por él tengo este nombre; no me conoció, murió dos años antes de que estuviera listo. Él era Saburo Hirao, yo soy el parque y llevo su nombre.
Mi historia se la cuento a todos los que vienen, me encanta saber que nací para hacer feliz a los niños, así me pensaron, me construyeron. Cada espacio en mí tiene una razón y una historia que jamás me cansaré de repetir.
Soy el parque Saburo Hirao, nací el 12 de febrero, mi nombre es en honor del señor Saburo Hirao. Él trabajó en una gran empresa japonesa de textiles, se llama Toyobo, aún existe y sigue en el país. Yo nací para honrar su nombre, él murió y no me conoció, pero existo por su memoria.
La empresa donó 1.25 millones de colones para mí, el gobierno puso 250,000 colones más. Con un total de 1.5 millones de colones pasé a manos del gobierno, en ese momento del Ministerio de Educación. Hoy soy parte de la gran familia del Ministerio de Cultura.
En mi nacimiento estuvo la viuda del señor Saburo, Hanoko; el presidente de la república, Arturo Armando Molina; y muchas personas salvadoreñas y japonesas.
Antes de nacer, me contaron que era una finca de café y de árboles frutales. Dicen que me llamaba La Gloria; el dueño era Benjamín González. Se dice que, por estar cerquita de la casa presidencial de entonces, a veces me visitaban funcionarios y el mismo presidente.
Siempre he sido grandote, era más grandote de hecho, antes media 11.5 manzanas y ahora solo 10.5. Cuando nací como parque también cambié mucho, me puse más bonito. Yo no sabía cuán bonito sería, no lo supe hasta que me vieron los niños y los papás también. Sé que soy bonito y mágico cuando los niños ríen, juegan, se caen y lloran, pero rápido se levantan y siguen jugando. Aquí no dura la tristeza. Es más, todo el que viene se va diferente y quiere volver.
Sé que me recuerdan los chiquitos y los amigos más antiguos, los que ahora están grandes. Con todos pasamos grandes momentos, y los que sigo atesorando con los nuevos visitantes.
MI TRANSFORMACIÓN
Yo tenía árboles de frutas, en su mayoría, pero me llenaron de más y más. Ahora soy un pulmón natural en la ciudad y estoy seguro de que no hay otro como yo. Me pusieron fuentes y espejos de agua, puentes colgantes con colores, caminos y veredas para recorrerme, le pusieron nombre a cada uno de los árboles que me habita… bueno sus nombres y sobrenombres.
También tenía arbolitos de café pero me llenaron de más hermosos amigos, aunque siempre tengo cafetos y un beneficio chiquito, que aún es parte mía. Árboles industriales y maderables tengo cedro, pino, bambú, aquilishuat, cacao, cocoteros y bálsamos.
Armaron un jardín medicinal con ruda, noni, tempate, jengibre y muchas más plantas. Me llené de todo tipo de flores: orquídeas, crotos, rosas, geranios, claveles, azaleas, ixoras y palmeras. Con tanta naturaleza que cuidar y proteger, tengo mi propio vivero. Mis amigos –los jardineros– me oyen y me miran; con algunos hemos pasado toda una vida de amistad, me vieron nacer y me siguen cuidando.
A mi alrededor, las colonias han seguido creciendo. Me pasó por un costado una carretera, por eso ahora soy más pequeño. En mis primeros años tenía caballos y bueyes, podías hacer un paseo por todo mi espacio trotando con los caballitos. Eso no duró mucho, no fue fácil mantener los amigos cuadrúpedos. Solo me quedó de anécdota.
La casa principal de la finca se convirtió en el Museo de Historia Natural de El Salvador. Su diseño se conserva intacto hasta estos días. Lo más fascinante fue y siempre será: ese espacio único que tengo en el centro; allí me colocaron el corazón, como ustedes yo también tengo el corazón en el centro.
LOS TOBOGANES
¿Se acuerdan de la primera vez que vieron el castillo de los toboganes? Esas enormes líneas que serpentean de abajo para arriba y que son adrenalina pura de arriba para abajo. Muchos se acuerdan de esa primera vez, yo siempre los observo. Les brillan los ojos y se les hacen enormes y redondos, por segundos se hipnotizan y rápidamente quieren subir, explorar el castillo y deslizarse. La emoción de subir, caer suspendidos, con los brazos al aire hasta aterrizar abajo.
Los niños recorren mi castillo, entran y salen con la agilidad de la niñez y del corazón puro. Todos somos amigos aquí. Todos jugamos y tenemos un único lenguaje: la diversión.
Mi castillo sigue con los colores vivos, con sus puertas exactas para los chiquitos. Los grandes desafían su elasticidad y como acordeón las traspasan intentando revivir su infancia. La torre de agua, a un costado del castillo con sus chispas –que más que mojar alimentan la fiesta– sigue funcionando y es la emoción de pasar por ella para mojarse con chispitas antes de volver a caer por el tobogán. Es que la fiesta es infinita cada vez que me visitan.
En los toboganes, los más grandes ya no caben, pero los he oído suspirar al recordar cuando se deslizaban una y otra vez hasta el cansancio. Antes me visitaban estudiantes sin parar, todos formados y obedientes, pero al llegar a mis toboganes no había fila ni maestra que los pudiera contener.
Los molinos de viento siguen girando, allí mismo donde algunos recuerdan que aterrizó Santa Claus, en un helicóptero en lugar de trineo y con hélices en lugar de renos. ¡Es que hasta Santa fue feliz aquí!
UN ESPACIO PARA TODOS
Atrás de mis toboganes está la preciosa cascada, aquí también hay espacio para el amor. En mis piedritas tengo mensajes de adolescentes enamorados, de amigos de escuela y colegio que han dejado su huella en mí. Mis piedritas tienen muchos mensajes.
Mojarse con las chispas de agua es una parada obligatoria al pasar por el túnel de la cascada, ahora todos se toman selfis y yo sonrío. Soy fotogénico en todos mis ángulos, desde todos los espacios.
Con esas enormes cabezas de cemento decorándome en la zona de juegos, tengo espacio para los más pequeñitos. Tengo columpios, subibajas y carruseles. Los enormes conos con caras de payasos, los barrotes de metal para columpiarse amarillos, rojos, verdes, azules, naranjas y de todos los colores están listos para que nadie se quede sin jugar.
A un lado tengo juegos especiales para niños con discapacidades, con columpios y subibajas lindísimos. Pero también para descansar tengo espacio; tengo el gramalón, para que desde la grama veas las nubes pasar con tu familia o los compañeros de la escuela.
Además, soy toda una fuente de conocimiento, tengo un museo, una caseta con toda mi información y la Biblioteca Chibiko Tosyokan, que significa la biblioteca de los chiquitines.
BUENOS MOMENTOS Y NO TANTO
Tengo amigos de todas las edades, mi director, Rafael Cañas, ha sido mi amigo por los últimos 28 años. Me ha conocido en todas las áreas. Fui su primer trabajo.
Con él hemos visto pasar momentos difíciles como los terremotos; algunos me hicieron daños severos. Pero también hemos visto mi esplendor, hubo épocas entre el noventa y 2000 en las que las risas de los niños rebalsaban, me inundaban.
En 2019, tuve muchos visitantes, fueron 92,800. Fue un buen año. Ahora estoy abierto nuevamente, Rafael y todo el equipo se esmeran por mantenerme limpio, con seguridad, con mis columpios bien arreglados, todas mis fuentes y cascadas están preciosas y funcionando. Hasta el jardín japonés en conmemoración al señor Saburo está recién pintado.
Estoy listo para vernos, para comenzar nuestra amistad con unos y continuarla con otros. Te he contado todo sobre mí, lo que no sabés es mi más grande secreto, porque aunque tengo 45 años sigo siendo un niño. Soy el amigo de todos los niños, los pequeños y los que ya crecieron.
¡DE MANTELES LARGOS!
Desde 1976, cada 12 de febrero flora, fauna, empleados y niños celebran el cumpleaños de uno de los parques más emblemáticos de San Salvador: el parque Saburo Hirao.
Este año también habrá celebración con una variedad de actividades programadas para el domingo 14 de febrero.
Rafael Cañas, director del Saburo, compartió las actividades que están programadas para hacer una fiesta al estilo del parque: divertida y educativa.
La celebración comenzará a las 10 de la mañana con un acto de inicio, seguido de la presentación del Ballet Folklórico Nacional y de otras actividades. Esto será en el parqueo del Museo de Historia Nacional de El Salvador.
Posteriormente y de manera paralela, se desarrollarán otras actividades. En el corredor del museo habrá un taller de conchas y caracoles para compartir sus diferencias, el tiempo de existencia, su evolución y su diversidad. La actividad combinará una charla con el desarrollo de juegos como rompecabezas, sopa de letras y coloreo de imágenes.
En la ludoteca habrá cuentacuentos con botargas (disfraces de personajes de tamaño natural), lecturas y juegos con el escritor Mario Noel Rodríguez.
El área del gramalón tendrán un espacio de pintura para luego exhibir las obras. Habrá un taller de elaboración de piñatas y una competencia de ensacados.
En el anfiteatro se ha preparado una presentación de baile con Breaking for Kids Dance, de la Casa de la Cultura de Apopa, así como la presentación del Grupo de Danza Folclórico Nixapa, de la Casa de la Cultura de Nejapa.
Además, compartirán la animación y el espectáculo del colectivo Muñecos y el Show de Pizarrín.
Mientras que, durante el día, de 10 de la mañana a la 4 de la tarde se tendrá disponible el préstamo de bicicletas en todo el parque.
- TARIFAS: Para los nacionales, la entrada es de $1 por persona; para extranjeros residentes, $3; y para los extranjeros no residentes, $5. Para los estudiantes con carné vigente, los adultos mayores, los niños con discapacidades y los niños menores de 12 años la entrada es gratis.
- HORARIOS: De miércoles a domingo de 9 de la mañana a 4 de la tarde. El costo del parqueo es de $1 para vehículos livianos y motos.