Que la historia está llena de infamias lo atestigua Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de Adolf Hitler, quien acuñó la frase de que «una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad».
De ello dan testimonio dos recientes publicaciones, una internacional, la revista «Foreign Affairs», de Estados Unidos, y otra nacional, «La Prensa Gráfica».
El 20 de marzo de 2024, el periodista Gustavo Flores Macías escribía en «Foreign Affairs» un artículo condenando los métodos del presidente Nayib Bukele, aduciendo que dichos métodos socavaban la democracia y que eran peligrosos ejemplos para Latinoamérica: «Bajo el presidente Nayib Bukele El Salvador ha experimentado una de las caídas más espectaculares de delitos violentos de los últimos tiempos en cualquier parte del mundo…»
El Salvador debe gran parte de su dramática caída en la criminalidad a la represión de Bukele contra las pandillas callejeras y las organizaciones criminales, incluidas la MS–13 y el Barrio 18… Los métodos del presidente salvadoreño, Nayib Bukele, para reducir el crimen son cada vez más atractivos para los Estados de Latinoamérica, pero emular el enfoque de mano dura de Bukele tendrá un costo para la democracia en la región».
Añade luego: «El resultado es una paradoja del populismo punitivo, en el que líderes elegidos democráticamente con amplios mandatos contra el crimen socavan la democracia liberal al adoptar políticas de mano dura que no solo son populares, sino que también pueden ser efectivas».
La intencionalidad del artículo es «demonizar» los métodos del presidente Nayib Bukele, señalándolos de «malos ejemplos» para Latinoamérica, pues constituyen «un peligro para la democracia». La respuesta fulminante del presidente Bukele: «¡¡¡¿¿¿Una paradoja???!!! Parece que al cortarles todos sus ángulos de ataque están recurriendo a “paradojas”, ejemplos no probados de la historia de cualquier nación, y una interpretación novedosa de la “democracia” que ignora la voluntad del pueblo y su bienestar, pero hace una prioridad para proteger a los criminales y preservar las burocracias e instituciones corruptas haciendo que cambiarlas o reformarlas sea un tabú».
La otra mentira goebbeliana es un reportaje de «LPG» del 21 de marzo de 2024, y se refiere a la participación del vicepresidente Félix Ulloa en la Organización Iberoamericana de Seguridad Social (OISS), donde se afirma: «El vicepresidente de la república, Félix Ulloa, reconoció el pasado martes que el Gobierno de Nayib Bukele explora la posibilidad de reorientar una parte de las remesas que ingresan a El Salvador para financiar programas sociales de personas vulnerables» (los subrayados son nuestros).
Estas declaraciones fueron tergiversadas alevosamente, y el vicepresidente Félix Ulloa aclaró: «“LPG” publicó parte de un video totalmente fuera de contexto. No se van a utilizar las remesas de los salvadoreños. Félix Ulloa explicaba en el foro de la OISS que existe la propuesta de varios organismos de implementar mecanismos de inversión voluntaria para intentar que el 100 % de las remesas no se vaya únicamente a consumo, sino que también se pudiera invertir, esto por supuesto es a decisión de quien envía o recibe la remesa y no de los Gobiernos; además, esa ni siquiera es una propuesta del Gobierno de El Salvador. Es más, el Gobierno salvadoreño aprobó hace unos días quitar los impuestos a todas las transferencias de dinero que vienen del extranjero. Esto por supuesto incluye las grandes transferencias (que antes pagaban) y las pequeñas transferencias (que no pagaban, pero que ahora están protegidas por ley). Por lo tanto, niego categóricamente lo expuesto por este medio de información y su nota tendenciosa sacada de contexto».
Traigo a cuenta estas dos perlas de «la historia universal de la infamia» como ejemplo de una maquinaria mediática, a nivel internacional y nacional, que está enfilada en una guerra propagandística contra el nuevo Gobierno elegido democráticamente con una abrumadora mayoría del 85 % en nuestro país.
Pareciera ser que el mayor pecado de Nayib Bukele y Félix Ulloa ha sido pensar con cabeza propia y no seguir los dictados de la metrópoli estadounidense, tal como ha sido costumbre en las últimas décadas, donde las políticas nacionales de las así llamadas «repúblicas bananeras» latinoamericanas eran elaboradas por los descerebrados «think tank» de Washington y Nueva York, bajo las premisas de la «seguridad nacional estadounidense» y el estado de la bolsa en Wall Street.
Tanto «Foreign Affairs» como «LPG» deben rectificar sus difamaciones contra el mandatario salvadoreño y su vicepresidente, sabedores de que, de no hacerlo, se hacen acreedores de un juicio millonario por difamación y calumnia ante organismos nacionales e internacionales.