En Suchitoto, al final de la calle 15 de septiembre se encuentra una casona con un sistema de balcones y hierro forjado. Sobre un portón de madera está una antigua aldaba con cabeza de animal y una argolla que pende de su nariz que sirve para anunciar la llegada de visitantes.
Parece que la casa quedó congelada en el tiempo y su nombre justamente emula a épocas antiguas: La Casa de los Recuerdos de Alejandro Cotto, más conocida como Museo Alejandro Cotto.
«Parte de la cultura que Alejandro impuso es que las casas, aunque estén en el casco urbano, la fachada debe ser adobe y los techos de tejas. Incluso, si se desea pintar las casas se debe ir a la alcaldía a que le muestren la paleta de colores que deben utilizar», explica Delmy, guía del museo, con lo cual explica el por qué la antigua residencia del artista siempre ha lucido igual, mientras que toda la ciudad conserva su candor añejo.
Cotto fue un cineasta, escritor y gestor cultural salvadoreño. Se recuerda como una leyenda del cine en El Salvador y como Hijo Meritísimo de Suchitoto, por la labor que realizó para conservar el patrimonio de la ciudad.
«Gracias a él (Cotto), Suchitoto es un pueblo vivo, encantador y lleno de turismo. En tiempo de guerra, Suchitoto quedó como un pueblo fantasma. Alejandro hizo todas las gestiones para que Suchitoto tuviera espacio en el mapa de la cultura salvadoreña y fuera reconocido a nivel nacional e internacional», agrega Delmy.
Cotto inició su vida cinematográfica desde muy joven en su ciudad natal. Con una cámara de 16 mm produjo dos cortos: «Festival en Suchitoto» (1950) y «Sinfonía de mi pueblo» (1951), que le agenciaron una beca en México donde trabajó con grandes figuras como Emilio Fernández, Julio Bracho (su maestro) y Luis Buñuel.
Al regresar a El Salvador compró un terreno donde creó, desde el inicio, su casa-museo. En 2009 donó su proyecto al Centro Cultural Salvadoreño Americano para que administraran el lugar tras su deceso, el cual ocurrió en 2015.
Actualmente, el museo abre al público de martes a domingo de 9:30 a. m. hasta las 5:00 p. m. El precio de entrada para niños mayores de 11 años y adultos es de $1. Los extranjeros pagan $3.
Las salas
El Museo Alejandro Cotto tiene siete salas.
Sala uno o sala Alejandro Cotto. Contiene fotografías sobre la vida de Cotto, la historia de cómo obtuvo la beca para estudiar en México, algunas de sus distinciones y reconocimientos (unos 300), entre otros.
Sala dos o pinacoteca. Alberga pinturas de diferentes artistas salvadoreños que eran amigos de Cotto. Entre ellos: Salarrué, Miguel Ángel Ramírez y Alex Cuchilla.
Sala tres o legado de Cotto. Tiene una colección de fotografías de la trayectoria de Cotto e imágenes del primer centenario de Suchitoto tras ser nombrada ciudad. También está el equipo de utilizó Cotto para sus cortometrajes. En total hizo 17, algunos de ellos son: «El rostro», «El carretón de los sueños», «Un camino de esperanza», «Un universo menor», que pueden verse en YouTube. En la sala también está el piano que perteneció a la madre del cineasta.
Sala cuatro o recámara. Fue la última habitación que Cotto habitó. En ella se conserva parte de su vestimenta, diferentes bastones que utilizó y fotografías familiares.
Sala cinco o Salón de Los Reyes. Alejandro le dio ese nombre a la sala tras la visita de los reyes de España, Rey Juan Carlos y la Reina Sofia, a quienes recibió brevemente en su casa.
Sala seis o cocina. El lugar se mantiene intacto con los diferentes utensilios que el cineasta ocupaba, su cocina a leña, a gas y eléctrica. Como residió por muchos años en México trajo cerámica poblana. Por una de las ventanas se tiene una vista panorámica al cerro de Guazapa.
Plaza y Vista al lago. La casa tiene una extensión de cinco manzanas y en media manzana se ubica el museo. El amplio patio interno posee árboles de amate. De allí el nombre: Plaza Los Amates, donde hay figuras de pájaros y flores, creadas con fondos de botella. A un costado de la plaza descansan los restos de Cotto. Desde aquí hay un camino en forma de «s» que tiene tres significados: «s» de Suchitoto, el recorrido del río Lempa y alude a la serpiente Quetzalcóatl. La cabeza de este reptil termina en un mirador hacia el lago Suchitlán. El nombre del lago artificial también fue dado por el Hijo Meritísimo de Suchitoto. Cotto unió el «Suchi», de Suchitoto, y «tlán», del departamento de Cuscatlán, y lo bautizó como Suchitlán.
Pasillos. Un pasillo lateral posee muebles de antaño, vasijas, candelabros y un reloj con números romanos, además de una ventana arqueológica donde se expone el primer muro que tuvo la vivienda. También hay piezas del negocio de los padres de Cotto: una imprenta donde se creaban diferentes materiales, entre ellos periódicos escolares. En las paredes resaltan dos grandes murales creados por artistas locales. Uno de ellos recrea la antigua hacienda Colima, que se ha convertido en un restaurante que lleva el mismo nombre. El otro recuerda cómo era la antigua catedral de San Salvador, construida a finales del siglo XVII y principios de siglo XVIII.
Escudo, himno y bandera de Suchitoto. La ciudad de Suchitoto es la única que posee un himno, una bandera y un escudo que fueron creados a iniciativa de Alejandro Cotto. La bandera es blanca y en su centro está el escudo rodeado de flores. El himno fue escrito de puño y letra de Cotto. El escudo fue creado por el poeta, escritor y diplomático Manuel José Arce y Valladares en colaboración con Cotto en 1958, para la celebración del primer centenario de la ciudad. El escudo tiene un pájaro y una flor, resalta la «s» (inicial de Suchitoto, el recorrido del Lempa y alude a la serpiente Quetzalcóatl). Además, se ha dibujado la parroquia Santa Lucía, el sol ocultándose tras el cerro Guazapa y una corona de tres picos que representan las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad.