Vanessa Berríos, una periodista salvadoreña radicada en la ciudad turca de Estambul, daba tratamiento médico a unos de sus hijos cuando el suelo turco comenzó a temblar para luego abrir paso a la desolación. «Turquía necesita de la comunidad internacional. Gracias a quienes ya llegaron», exhorta al dimensionar los daños. «¡Gracias a Dios!», exclama al enterarse de que socorristas salvadoreños rescataron con vida a dos víctimas de los potentes terremotos. La joven salvadoreña agradece el gesto humanitario del presidente Nayib Bukele con el pueblo turco.
Berríos, que el pasado viernes cumplió nueve años de radicar en Turquía, destaca el trabajo que llevan a cabo las brigadas de rescatistas, de quienes dice que «pese al cansancio y al frío siguen en labores de búsqueda y rescate». Esta esposa y madre de dos hijos asegura que Turquía, luego de los sismos, pasa «por un momento triste, muy desgarrador. Hay que velar por los que han quedado sin hogar, sin nada prácticamente, porque han quedado en la calle. Es un momento de solidaridad».
«Nuestra brigada salvadoreña está trabajando. Es el momento en que todos los pueblos debemos de estar unidos ante una catástrofe de tal magnitud como este terremoto», dice al destacar el apoyo del Gobierno de Bukele al pueblo turco.
Y luego agrega: «Es una prueba para la humanidad de ser solidarios y de cooperar por un bien común, en este caso ayudar a las personas afectadas. Ha sido una decisión muy acertada, porque se necesita de mucha ayuda».
Berríos dice que la provincia de Kahramanmaras, donde está desplegado el grupo USAR El Salvador, es una de las zonas más devastadas por los sismos.
«Me sentí orgullosa al ver extendida la bandera de El Salvador», expresa luego de recordar imágenes de la televisión local que mostraban la llegada de los rescatistas salvadoreños. Ella destaca que la barrera del idioma no ha incidido con los trabajos de búsqueda, rescate y de asistencia humanitaria que desarrollan las diferentes brigadas que asisten a las víctimas de los potentes terremotos.
La compatriota recuerda que se ensañó la naturaleza aquel 6 de febrero en el suelo turco. «Estaban queriendo rescatar a quienes estaban bajo los escombros y de repente empieza a moverse otra vez la tierra. Ha sido bien difícil. Es una pesadilla», rememora.