Jack es un perro que se ha dado a conocer entre la feligresía católica del Oratorio San José, de San Miguel, por ser el fiel acompañante del sacerdote Henry González, quien cuenta que conoció al can hace aproximadamente 11 años, cuando llegó a una parroquia de San Bartolo, en Ilopango, San Salvador.
Cuenta que entonces Jack aún estaba cachorro y tenía poco tiempo de haber llegado.
En San Bartolo estuvo aproximadamente un año.
El religioso luego fue trasladado a Planes de Renderos, San Salvador, y se llevó al animal con él.
«Lo llevamos a Planes de Renderos, donde estaba en una casa más grande. Fue adecuándose. Desde pequeño se fijaba en lo que hacíamos. En las mañanas iba con nosotros a la capilla y esperaba afuera a que los frailes saliéramos», cuenta González.
Hace casi un año, el fray Henry fue asignado al Oratorio, ubicado en el barrio San Francisco, de la ciudad migueleña.
Jack se tuvo que quedar en Planes de Renderos, pero solo durante dos meses, ya que el resto de los sacerdotes había notado que a la mascota le hacía mucha falta la presencia del padre.
«Soy uno de los frailes con quienes más ha vivido, por lo que es más apegado. Cuando vine al Oratorio vine solo, porque nosotros, cuando nos desplazamos, no nos llevamos nada. Pero cuando me fui, Jack se puso triste, así que me lo trajeron, porque estaba sufriendo», comentó el religioso.
La emoción de regresar con el padre Henry fue bastante grande para el can, y desde entonces ha estado viviendo en el Oratorio, conociendo el lugar y adaptándose a los demás frailes y a los asistentes a la iglesia.
Es considerado un perro muy obediente, tranquilo y cariñoso.
En este último año se ha vuelto un perro conocido por la feligresía de todas las edades que asiste a las diferentes actividades.
Jack siempre está al lado de González cuando este oficia la misa.
Entre las rutinas de Jack están dar paseos cortos por los alrededores de la iglesia y acompañar a los frailes en las actividades religiosas.
«Nos regalaron una gatita y pensamos que iban a pelear, pero no. Ahora es su hermana y juegan juntos o pasan juntos. A la gatita le decimos Nina o Paqui», contó el religioso.