Kibo ya cumplió nueve meses de vida y disfruta los días comiendo y jugando en el recinto de los patos.
Nació el 11 de enero pasado, y desde su llegada al mundo fue la nueva sensación de la Fundación Refugio Salvaje (Furesa), que hace más de 10 años opera en Jayaque, La Libertad.
No se tiene certeza del origen de su nombre y de su significado, pues se manejan dos acepciones de la palabra Kibo: en japonés significa «esperanza», y en lengua africana, «la montaña más alta».
Como sea, Kibo se muestra siempre feliz departiendo en el recinto con 10 patos y algunos pavos reales.
Como buen mamífero semiacuático, el pequeño hipopótamo pasa buena parte de su tiempo dentro de un estanque.
Puede pasar de cuatro a cinco horas consecutivas en el agua, lo que provoca que su piel se vuelva muy lisa, y pese a esa condición de humedad, también es posible sentir su piel muy dura.
Juan Aquino cuida del ejemplar desde que nació. Asegura que hace dos meses, Kibo dejó de alimentarse con biberón y ahora come alrededor de 22 libras diarias de vegetales, en dos raciones al día.
Nery Servano forma parte del equipo de Furesa, y asegura que el hipopótamo es muy tierno y que disfruta de la compañía de las personas. «Él siempre anda de buen humor. Le encanta que le tomen fotos y que lo acaricien. Es feliz cuando llegan niños a conocerlo», dijo.
Para el refugio natural, el nacimiento de Kibo, hijo de Chato y Chata, fue motivo de alegría, y para garantizar su vida fue separado de su madre a los dos días de nacido.
«El veterinario decidió que era lo mejor. Lo criaron con pacha y decidieron tenerlo en cuarentena en el hospital del refugio», explicó Nery.
A la fecha, Kibo goza de buena salud y ha tenido un crecimiento óptimo. En los próximos meses podría tener su propio recinto.