La Colonia Flor Blanca, un rincón mágico de San Salvador, guarda entre sus calles y casas una historia fascinante que transporta a una época donde la arquitectura y el urbanismo buscaban crear espacios armoniosos y funcionales.
Conocida originalmente como Ciudad Jardín, este emblemático lugar ha evolucionado a lo largo de los años, conservando su esencia y legado.
A principios del siglo XX, la idea de crear ciudades jardines se popularizó en Europa y América. Estas urbanizaciones buscaban ofrecer a sus habitantes un entorno de vida más saludable y agradable, combinando áreas residenciales con espacios verdes y servicios públicos. En El Salvador este concepto encontró eco en la década de 1920, cuando se gestó el proyecto de la Ciudad Jardín.
Arquitectos con formación en Europa y Estados Unidos trajeron sus conocimientos y diseñaron un barrio que se destacaría por su trazado urbano, sus casas con amplios jardines y su ambiente residencial.
La historia de la Colonia Flor Blanca inicia en 1900, cuando el salvadoreño José Rosales dona parte de su dinero para la creación del Hospital Rosales. En ese momento, la frontera de la capital llegaba hasta allí.
El 17 de julio de 1933, según un documento oficial, el Ejecutivo acepta la cesión de la finca Flor Blanca para que se construyera el «Stadium Nacional» (hoy Jorge “El Mágico” González) para así celebrar los III Juegos Centroamericanos y del Caribe que estaban previstos para 1934.
Bajo el mandato del entonces presidente de la república Maximiliano Hernández Martínez, es a partir de esa fecha (17 de julio de 1933, como lo detalla el tomo 116 del Diario Oficial del 24 de abril de 1934) que se crea la Comisión de Ornato y Ensanche de San Salvador para que conociera y aprobara los proyectos capitalinos.
El mismo acuerdo Ejecutivo daba paso a la creación de una nueva ciudad «como un principio de reglamentación, y a fin de reservar la parte al poniente de la capital para construir una Ciudad Jardín se establecen bases generales para el ensanche de dicha zona».
Con la expansión urbana de San Salvador, la Colonia Flor Blanca fue ganando notoriedad y familias de alto renombre comenzaron a vivir allí.
La colonia replicó la morfología urbanística tipo damero (que se caracteriza por el trazado de sus calles en ángulo recto y crea manzanas cuadradas o rectangulares) que ya existía en el Centro Histórico, pero que se diferenciaba por la integración de la naturaleza en el diseño, como lo planteaba Ebenezer Howard, quien propuso sustituir las ciudades industriales por otras más pequeñas rodeadas de tierras agrícolas, mezclando la ciudad con el campo, porque consideraba que el contacto con la naturaleza era esencial para la salud y el bienestar de las personas. Además, se le dio fiel cumplimiento a la orden emitida por el presidente Hernández Martínez. Así nació Ciudad Jardín, ahora popularmente conocida como la Colonia Flor Blanca.





Flor Blanca, un conjunto histórico
La antigua Secretaría de Cultura (ahora Ministerio de Cultura) realizó un estudio detallado con todos los inmuebles que se encuentran dentro de la colonia. En la investigación resalta la riqueza arquitectónica, el valor estético y el valor de autenticidad de la ciudad, entre otros, por lo cual recomendó en 2016 que la colonia fuera nombrada Conjunto Histórico.
El 16 de marzo de 2021, según el decreto 822 aprobado el 27 de enero de ese año por la Asamblea Legislativa y publicado el 8 de marzo en el Diario Oficial, un sector de la colonia Flor Blanca es declarado Conjunto Histórico.
Con esta declaratoria se garantiza la «conservación, protección y salvaguarda, en consideración a que dicho sector se encuentra representado por valores culturales como los de antigüedad, autoría, autenticidad, estético-arquitectónico, histórico, simbólico, social, tecnológico y urbano, que justifican su permanencia en el tiempo para el disfrute de las futuras generaciones y a efectos de que pase a formar parte integrante del Tesoro Cultural Salvadoreño».





Un legado de arquitectos
La Ciudad Jardín evolucionó y se convirtió en la Colonia Flor Blanca, pero su esencia se mantuvo. Las casas, con su arquitectura neocolonial, siguen siendo testimonio de aquella época. El estilo arquitectónico de las edificaciones fue un encargo específico de las familias más influyentes del momento. Entre los arquitectos que se dedicaron a cumplir la visión urbanística están: Noltenius, Choussy, Durán, Hidalgo, Escobar, Alfaro y Suárez, Ernesto de Sola y Armando Sol, siendo estos dos últimos los más reconocidos por la cantidad de construcciones realizadas y por la visión que traían de otros países.

La asociación detrás de la ciudad
La Asociación Pro-Rescate de la Colonia Flor Blanca es una entidad comunal que se encuentra inscrita en la alcaldía municipal de San Salvador. Surgió en el 2010, luego que en 1999 el alcalde de ese momento (Héctor Silva) hizo una ordenanza municipal de creación de Conjunto Histórico de la colonia.
Originalmente estuvo integrada por cuatro mujeres: Lidia de Navarrete, Bellini Sigüenza, Evelyn Bertrand de Henríquez y Elizabeth de Soler, quienes se propusieron proteger la colonia, y uno a uno fueron invitando a los vecinos para que formaran parte de la asociación; actualmente la conforman más de 80 socios.