Los partidos tradicionales, aparte de tener en común que dejaron a El Salvador en condiciones de pobreza, también heredaron altos niveles de corrupción de sus presidentes.
Tres de los cuatro mandatarios electos bajo la bandera del partido ARENA han tenido procesos por el pago de sobresueldos a sus funcionarios y el desvío de fondos públicos a cuentas privadas.
Alfredo Cristiani, Francisco Flores y Elías Antonio Saca son los expresidentes que malversaron fondos públicos, según reportes fiscales y judiciales.
Bajo la bandera del FMLN la historia parece haber sido escrita con la misma tinta: sus dos expresidentes ahora están huyendo en Nicaragua.
Actualmente, ambos partidos piden que se persiga la corrupción en la administración pública, pero protestan cuando sus exfuncionarios son llevados a los tribunales y lo califican como una «persecución política».
Ese legado de corrupción arenero y efemelenista sigue cobrando una alta factura electoral a ambos institutos políticos, ya que la población salvadoreña muestra rechazo total a sus propuestas, al no tener la suficiente credibilidad para afirmar que tienen las soluciones a algunas problemáticas del país.