Este régimen es el que permite que se busque tener más y más ganancias a costa de los recursos extraíbles, llegando un momento en que la extracción se convierte en amenaza y los defensores ambientales empiezan su lucha en pro de la conservación de los recursos y de las formas de vida.
Ser un defensor ambiental toma diversos perfiles de diferentes corrientes e identidades, como indígenas, líderes y lideresas comunales, ambientalistas y personas en alta vulnerabilidad, que se empoderan. Además, el perfil de defensor ambiental no involucra necesariamente frenar la intervención de una empresa extractivista que amenaza directamente los recursos naturales de la zona. Estos perfiles tienen una alta concientización, involucramiento y capacitación, empatizándose y participando en procesos de apoyo para la comunidad, velando por el desarrollo comunal y el resguardo ambiental, sobre todo en poblaciones que acceden a la naturaleza por su economía de subsistencia, estas familias asisten aun hoy en día a ríos para la pesca o al bosque para la obtención de recursos alimenticios o medicinales y, así, poder cubrir la mayoría de sus necesidades básicas.
La región latinoamericana representa el mayor porcentaje de criminalización de defensores ambientales, combinado a los altos índices de criminalidad, un factor que aumenta la vulnerabilidad de riesgo, estas defensas por la conservación se convierten en una lucha donde las élites extractivistas y la población vulnerable son los principales actores que interactúan en esta dinámica social. Se han tenido grandes éxitos; por ejemplo, tenemos la tan afamada ley contra la minería metálica, la cual surge y se fortalece gracias a la lucha ambiental que se generó por casi una década y que debido a la alta amenaza que representaba el sector minero en las cuencas hídricas, el sector político intervino eficientemente para frenar toda forma de minería en el país.
Las gran industria extractiva internacional tiene distintas formas de intimidar, desprestigiar y amenazar a los defensores ambientales, respaldada muchas veces por instituciones de poder que usan el sistema diseñado para el beneficio de la individualidad y no para el bienestar de la sociedad en conjunto. Es ahí donde nace la necesidad de hacer cambios para que la población acceda a una vida digna, de calidad para repensar y razonar en nuestro contexto ¿qué es el desarrollo teniendo en mente la economía, lo ambiental, la cultura y la educación?
La lucha por el uso de los recursos y de quién tiene más derecho a acceder a estos ha sido una batalla que desde los inicios de la cultura humana se han generado. Estamos en tiempos en que los recursos naturales ya no son tan abundantes como antes, y la calidad de muchos de ellos se ha perdido o ha disminuido; así mismo, el incremento de casos de criminalización a defensores ambientales y de derecho humano afecta directamente la democracia, no permitiendo crear espacios de participación, de debate y de puestas en común, pilares básicos para llegar a ella, y es que la democracia alimenta y fortalece la participación ciudadana, así como el involucramiento de la población para hacer cambios culturales e incentivar políticas públicas que protejan a nuestros defensores ambientales.