De acuerdo con lo estipulado en el Código Electoral, ayer comenzó la campaña electoral para elegir al presidente de la república. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) ha desarrollado los diferentes pasos para garantizar la transparencia de un proceso que promete tener una amplia participación popular.
Las diferentes encuestas confirman que los salvadoreños prefieren que continúe al frente del Gobierno el presidente Nayib Bukele, quien ha sido nominado para un segundo mandato con el voto libre y directo de los afiliados del partido Nuevas Ideas. Un fallo de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) garantiza el derecho del ciudadano presidente a presentar su candidatura y corresponderá a los votantes ratificarlo en las urnas.
En muchos países, la reelección es un método que tienen los pueblos para mantener en el poder a un gobernante que ha demostrado ser el más idóneo para resolver los problemas del país. Eso sí, antes debe cumplir el requisito de haber sido electo por los militantes de su partido. Luego, es el voto de los ciudadanos el que ratifica si la decisión del partido de mantener como candidato al gobernante es acertada o si se trata nada más de una aspiración que no está basada en la realidad.
En el caso del presidente Bukele, diferentes sondeos de opinión han revelado una y otra vez no solo que es el político con mayor proyección y mejor aceptación, sino también que los ciudadanos respaldan que continúe gobernando.
Como parte de la transparencia y cultura democrática, El Salvador acudirá a las urnas con múltiples candidaturas presidenciales. Los ciudadanos podrán elegir, por tanto, entre el presidente Bukele y cualquiera de los otros contendientes, que son las propuestas de ARENA, FMLN, Nuestro Tiempo, PAIS, FPS y Fuerza Solidaria.
La oferta es variada y va desde candidatos adoptados por los partidos políticos (como Joel Sánchez y Luis Parada, que ARENA y NT, respectivamente, tomaron de grupos externos), novatos en la política o veteranos (como el efemelenista Manuel Flores). Todos ellos deberán demostrar que son una mejor opción que el presidente Bukele, que en cuatro años transformó a El Salvador de un país violento y controlado por las maras en una nación que se perfila como la más segura del hemisferio y con una amplia proyección internacional.
Los partidos de oposición saben que sus propuestas no tienen peso y carecen de respaldo popular, por lo que presentan recursos para impedir que el pueblo salvadoreño vote masivamente por el presidente Bukele. Y, como lo han demostrado con los años, una vez más irán en contra de la voluntad popular.