La base de la creación del Tribunal Supremo Electoral (TSE) es la desconfianza recíproca entre los partidos. Por eso los miembros del ente colegiado son propuestos por los institutos políticos que más votos obtuvieron en las elecciones presidenciales. Esto garantiza que cada uno de ellos cuide los intereses de su grupo parlamentario.
La Junta de Vigilancia Electoral (JVE) es una extensión de este sistema, ya que está formada por los partidos legalmente inscritos y regula que cada uno de ellos reconozca y respete a la competencia.
Este patrón de desconfianza —que se anula por la vigilancia recíproca de todos los actores políticos— se repite también en los llamados organismos electorales temporales: juntas receptoras de votos (JRV), juntas electorales municipales (JEM) y juntas electorales departamentales (JED). Es decir, los partidos políticos tienen una representación para defender sus intereses y vigilar que los competidores no se pasen de la raya.
El sistema ha funcionado bien porque ha tenido la representación de los participantes de las elecciones. Sin embargo, en esta elección tenemos una situación muy particular, pues el presidente Nayib Bukele no participó con su partido, sino que la Gran Alianza para la Unidad Nacional (GANA) le prestó la bandera como última alternativa, dado que Nuevas Ideas no fue inscrito para participar en las elecciones presidenciales de 2019, y luego el TSE canceló a Cambio Democrático (CD) con el objetivo expreso de impedir su participación en la contienda.
Esto quiere decir que es GANA y no Nuevas Ideas la que tiene participación en los organismos electorales temporales, y dentro de la conformación del TSE no se consideró a un representante de Nuevas Ideas.
En otras palabras, la vigilancia recíproca de un sistema electoral basado en la desconfianza no está disponible de manera plena para el partido que, según todas las encuestas, será el ganador de la contienda. El favoritismo del electorado es percibido como una desventaja para los competidores representados en el TSE y en los organismos temporales, por lo que la alianza ARENA-FMLN que se ha visto en la Asamblea Legislativa también se reproduce en el organismo a cargo de las elecciones.
Si no fuera así, ¿cuál es la razón para que los representantes del FMLN y de ARENA en el TSE se opusieran a la firma del pacto de ética que era tradición en todas las contiendas electorales? Sin duda porque ahora su desconfianza se ha visto desbordada por la incertidumbre ante la inminente pérdida del poder político.