Este domingo se conmemoró el Día Internacional del Trabajo, un homenaje a hombres y mujeres que lucharon por los derechos laborales y para celebrar la fuerza transformadora del trabajo en la sociedad.
Por años, los políticos de izquierda han querido apropiarse del Día del Trabajo, como si se tratara de una actividad exclusiva de ellos, y han atacado a todo aquel con genuino interés en conmemorar la fecha. A medida que perdía apoyo, la izquierda ha querido montarse en actividades de otras organizaciones para tratar de hacer creer que cuenta un respaldo mayor al que realmente tiene.
El colmo del cinismo ha sido su intento por hacer pasar como presos políticos a los pandilleros que han sido detenidos como parte de los operativos ejecutados durante el régimen de excepción e invitar a los familiares de los delincuentes a marchar contra el Gobierno, como hizo el exsecretario general del FMLN Medardo González, quien, en un acto de completo surrealismo, denunció —sin ninguna coacción— las restricciones a la libertad que sufre el país por el régimen de excepción.
Sin embargo, el pueblo salvadoreño tiene claro que el trabajo del presidente Nayib Bukele está a la vista y no se puede empañar con las declaraciones de políticos caducos y sin arraigo popular. Al contrario, las expresiones de la sociedad civil reconocen el trabajo desarrollado tanto por el Gobierno como por empleados abnegados, como fue el caso del homenaje que hizo una filial del Club Rotario Internacional a los médicos del Instituto Salvadoreño del Seguro Social en San Miguel, como reconocimiento a su labor para combatir la COVID-19, un trabajo que se enmarca en la estrategia general del Gobierno que ha posicionado a El Salvador como referente en el manejo de la pandemia, tanto en su prevención y atención a pacientes como en la masiva vacunación.
Hace un año también se instaló la nueva Asamblea Legislativa, de cuyo trabajo se desprende una serie de medidas legales que han mejorado las condiciones de vida de los salvadoreños, incluyendo el rescate del Órgano Judicial, que estuvo secuestrado por décadas por la corrupción y el clientelismo político y que ahora está al servicio de los ciudadanos, respondiendo a la altura de las condiciones actuales de lucha contra la criminalidad.
Gracias al trabajo de hombres y mujeres, El Salvador tiene niveles de seguridad y tranquilidad como nunca en su historia, con muchísimos días sin homicidios y delincuentes encerrados en prisión. Este es el trabajo que dignifica, que trae salud, educación, seguridad, desarrollo y bienestar a todos los salvadoreños y que se construye día a día.