Es la pregunta del millón: ¿la energía nuclear, que no emite gases de efecto invernadero, puede salvar el clima o al menos ayudar mientras se desarrollan las energías renovables? Especialistas y países se muestran divididos al respecto.
«Todo lo que permite reducir las emisiones es una buena noticia», responde el director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), Fatih Birol, cuando la AFP le pregunta sobre el papel de la energía nuclear y de las renovables. «Todas las fuentes de electricidad limpia me satisfacen», agrega. Una de las principales ventajas de la energía nuclear, que representa en torno del 10 % de la producción mundial de electricidad, es que no emite directamente dióxido de carbono (CO2 ).
Incluso si se analiza el conjunto de su ciclo de vida, teniendo en cuenta las emisiones vinculadas a la extracción de uranio o al hormigón de las centrales, genera pocos gases de efecto invernadero, mucho menos que el carbón, el gas o la energía solar. La energía nuclear progresa así en la mayoría de los escenarios de los expertos climáticos de la ONU (IPCC) para limitar el calentamiento del planeta a 1.5 °C, con respecto a finales del siglo XIX.
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Esta fuente parece estar llamada a desempeñar un papel clave, máxime cuando el mundo necesitará más electricidad para reemplazar las energías fósiles, como en el transporte por carretera. El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) aumentó así sus proyecciones por primera vez desde la catástrofe de Fukushima en 2011, y prevé ahora que la potencia instalada se duplicará para 2050 en el escenario más favorable.
China lidera los países con más reactores nuevos, y muchos estudian introducir la energía nuclear para apoyar la producción de energía fiable y limpia, agrega el organismo en Viena. Su director general, el argentino Rafael Grossi, ve una señal de que el mundo es cada vez más consciente de que esta energía es absolutamente vital para alcanzar la neutralidad de carbono a mediados de siglo.
Este objetivo será central en la próxima gran cumbre sobre el clima, la COP26, prevista para noviembre en el Reino Unido. Sin embargo, los científicos del IPCC reconocen también que el futuro despliegue de la energía nuclear puede verse limitado por las preferencias de la sociedad. En algunos países sigue contando con mala imagen, a causa del riesgo de catástrofes o del antiguo problema, que sigue sin solución, de los residuos.
En la Unión Europea (UE), por ejemplo, la división es patente y caldea los debates sobre si considerar el sector nuclear como una actividad beneficiosa para el clima y el medioambiente. Alemania decidió abandonar esta fuente de energía progresivamente tras la catástrofe de Fukushima, pero otros países de Europa central la ven como una alternativa a su dependencia del carbón. La opinión pública tampoco es unánime.
«En la República Checa, la energía nuclear se percibe como una fuente de electricidad fiable y relativamente barata», según Wadim Strielkowski, experto de la Prague Business School.