En el parque central de Izalco, Sonsonate, celebraron el equinoccio de invierno, una tradición que aún se conserva especialmente en el occidente del país.
La ceremonia ancestral fue dirigida por Carlos Urías, conocido como tata Cuyut, quien relató su importancia para agradecer a los abuelos que ya partieron, a los elementos de la Madre Tierra, el fuego sagrado, las lluvias, el viento y las cosechas.
«El equinoccio de invierno es el momento apropiado para agradecer al abuelo sol [Tunal]. Este es el movimiento que marca las estaciones del año; y la sagrada lluvia que ayuda a las cosechas fértiles», indicó el tata Cuyut. Los equinoccios son fenómenos en los que el día y la noche duran lo mismo. Provienen del latín «aequinoc – tium» que se deriva de aequus (igual) y nox (noche). Se trata del momento en el que el sol se encuentra sobre la línea del ecuador.
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Los equinoccios ocurren dos veces al año y también marcan el inicio y final de las estaciones. Según cada hemisferio toman un nombre dependiendo de la estación del año.
En marzo, el Consejo Maya de El Salvador también desarrolló la ceremonia del equinoccio, pero según la estación del año se efectuó -de primavera- en el sitio arqueológico Tazumal en la ciudad precolombina de Chalchuapa. Este templo también resguarda leyendas y rituales ya que fue habitado por los pocomames.