Siempre se ha asegurado que la única forma de llegar al desarrollo depende del nivel educativo que tengamos. «El nivel de desarrollo de un país depende del nivel de su educación». Para lograr ese desarrollo hay que romper con paradigmas tradicionales, generar cambios estructurales en toda la organización y administración del sistema educativo actual, vigente desde hace más de 50 años. Por lógica, esto no se puede hacer de un día para otro, pero sí puede haber cambios por niveles, lo importante es saber que urge una verdadera reforma educativa desde el área preescolar, básica, media hasta superior, reformar también la legislación escolar, la organización y la administración escolar para adecuarla a nuestros tiempos, acorde con los avances tecnológicos que de manera disruptiva presionan y obligan a los sistemas educativos a cambiar las formas metodológicas de enseñarle a los estudiantes con las nuevas estrategias de aprendizaje.
El rápido desarrollo de la tecnología y las nuevas formas de aprender y de socializarse han impulsado constantes cambios en la educación, por ello los profesores deberán de reinventarse y adaptarse a un sistema educativo con aplicaciones tecnológicas para formar profesionales competitivos. Un estudio de Global Education Futures indica: «La nueva educación debe orientarse a desarrollar las habilidades de los estudiantes para trabajar en colaboración, es decir, en equipo, y adaptarse a entornos de rápidos cambios».
Las escuelas y las universidades del futuro se visualizan como la conexión educativa que guía a los alumnos hacia su camino como individuos, una educación más socializadora. Creer que las universidades o la educación superior son la «panacea del conocimiento» es un craso error, la educación superior no tendría razón de ser sin la educación básica o elemental, una sustenta a la otra.
En el ámbito de la educación del futuro podemos considerar tres contextos: las plataformas educativas en línea que se convierten en las principales proveedoras de contenido, los formatos educativos de las ciudades que ofrecerán servicios para desarrollar habilidades específicas, y los sectores y comunidades de prácticas que tendrán un papel relevante, pues serán el punto de experiencias tecnológicas.
La escuela del futuro La educación del futuro no puede estar atada a materias específicas ni al trabajo individual de los estudiantes, sino al desarrollo de habilidades, la creatividad y el pensamiento crítico. Por Nelson Flores Especialista en administración pública, graduado de la Universidad de Nuevo México (EE. UU.) y consultor de cooperación Internacional La educación del futuro no puede estar atada a materias específicas, ni al trabajo individual de los estudiantes, sino al desarrollo de habilidades, la creatividad y el pensamiento crítico. Es el momento de aprender a buscar el camino hacia la escuela del futuro, sin olvidar que hay escuelas y universidades que aún no han abierto sus puertas.
La tecnología ha puesto en evidencia desigualdades, pero debemos reflexionar sobre el papel que desarrollará en el futuro y el uso que hacemos de ella. Aunque en el horizonte no vemos más que incertidumbre, debemos aprovechar este momento para hacer los cambios necesarios que la escuela necesita.
Hoy en tiempos de pandemia, cuando la educación ya empezaba a experimentar cambios, esta causó la mayor disrupción que jamás había sufrido nuestra escuela, aun en el ámbito mundial.
La escuela del futuro será una escuela que promueva el aprendizaje constructivo y creativo mediante el uso de las herramientas digitales. Los edificios educativos tradicionalmente cerrados deberán procurar espacios en evolución, más abiertos, proponiendo un estilo de aprendizaje más informal, estilo «learning lab», o ciberespacios, áreas de recreación y relajación que incluyan un mayor concepto de movilidad. Las aulas incorporarán espacios de circulación funcional para permitir que los niños cooperen entre sí, en cualquier caso, los edificios tendrán que ser ampliables y flexibles. Los edificios educativos tienen que volverse más inteligentes y flexibles gracias a los nuevos sistemas conectados. En conclusión, la estrategia inmobiliaria necesita anticipar las transformaciones futuras.
La escuela del futuro, como lo muestran algunas películas de ciencia ficción, podría estar cerca, quizá con una realidad aumentada, con gafas donde el estudiante observe imágenes virtuales del aula de clases, de su profesor y compañeros, aunque no esté en el sitio, o recibir asistencia de maestros holográficos en un entorno de clase.
El problema más grande es que tenemos sistemas educativos vigentes con una organización curricular y administrativa de hace 50 años en muchos países y en el nuestro, y debido a esto no se sustenta el desarrollo del aprendizaje y la cultura, pero no podemos negar que se hacen esfuerzos para transformarse.
Parece que este siglo XXI será la época en que veremos la transición de una educación del pasado hacia una que priorice la tecnología como herramienta de aprendizaje y seguirá impulsando las plataformas del conocimiento hacia nuevas fronteras evolutivas.
La aplicación de las nuevas tecnologías en los aprendizajes se presenta como una opción clara para mejorar el ámbito educativo y crear «la escuela del futuro».