Desde el primer Gobierno de ARENA se ofreció al pueblo salvadoreño que los funcionarios serían personas altamente calificadas, que iban a participar de la función pública por «vocación», porque tenían «un llamado al servicio».
Esa fue la razón por la que dijeron que los «autócratas» llegaban al Gobierno, que lo hacían por meritocracia y que «se sacrificaban» por los salvadoreños, porque habían dejado de lado grandes salarios en multinacionales, en empresas de larga trayectoria nacional o en organismos internacionales para dar «su contribución» a la sociedad.
En la práctica, lo que vimos fue colocar a activistas, amigos y aliados para que recibieran dinero del Estado.
Aparejado con esta práctica vino la institucionalización de los sobresueldos como justificación para que estos «destacados profesionales que se sacrificaban por el país» tuvieran «un incentivo» para trabajar en el Gobierno.
Nos vendieron que la gente que recibía este «complemento de su salario» eran abnegados patriotas haciendo un servicio público, cuando en realidad era un uso ilegal de fondos públicos que violaba la ley de salarios.
Si bien es cierto que pudo haber algunas de estas personas con este perfil en algún momento, lo cierto es que el Estado se convirtió en la agencia de empleos del partido tricolor.
Ministerios como el de Gobernación —que antes se llamaba del Interior— funcionaban como la estructura territorial del partido y estaban al servicio de la estrategia electoral.
La nueva Asamblea Legislativa ha revelado que muchos de estos cuadros leales de ARENA tenían plazas como asesores, trasladados de la planilla de la bancada —donde hacían trabajo político-partidario— a la planilla institucional de la Asamblea, donde seguían haciendo trabajo político-partidario.
Las plazas institucionales están destinadas para profesionales que trabajan para toda la Asamblea Legislativa, pero ahí fueron enviados, como premio de consuelo y para mantener infiltrada la estructura administrativa, excandidatos a diputados que jamás llegaron a ganar algo en las urnas.
El FMLN jamás cambió este sistema. Al contrario, utilizó los sobresueldos exclusivamente como un mecanismo para enriquecer a sus dirigentes. El partido se vació en el Estado para darles un salario a sus cuadros. Eso explica por qué se derrumba el FMLN al perder la presidencia: al no tener un ingreso fácil, abandonó «la revolución».
La comisión especial que va a investigar los sobresueldos hará revelaciones que muchos pensaron que no verían la luz.