De fracaso en fracaso, Grace se enamoró de un periodista salvadoreño y su amor floreció durante algunos meses.
El comunicador cumplía con los deberes del canal y con los quehaceres nocturnos en la casa. Sin embargo, todo se vino abajo cuando Grace se enteró de que Ernesto, un tipo de estatura baja, piel blanca, con barba espesa de color rojo y un lector insaciable, tenía amoríos con una reportera de un periódico local.
Cansada de viajar por el mundo en busca del amor, Grace se resignó a estar sola. Era noche fría y sin estrellas, y al abrir su Facebook vio que tenía una solicitud de amistad. No tenían ningún amigo en común, pero al ver a Roberto en su foto de perfil con una boina estilo Che Guevara decidió abrirle la puerta de su mundo virtual.
Beto era un hombre de unos 40 años, que debido a su timidez nunca se había relacionado con una mujer. Era el Facebook su único medio de socializar. Había estudiado letras y publicaba en su perfil poemas eróticos.
Una tarde hizo una poética composición para Grace, y así fueron intercambiando intimidades hasta llegar a una vieja cama.
Cada noche Beto viaja por el mundo virtual hasta el aposento de Grace: la desnuda y recorre cada espacio de su cuerpo hasta saciar sus bajos instintos. Hoy Grace es feliz, no hay riesgos de embarazos ni enfermedades. Es una fiel y honrada mujer, y aunque está a más de mil kilómetros de Beto puede dormir toda la noche y despertar en los brazos de su amado. Bendito Facebook.
LA DESPEDIDA
Así le escribió Grace en el último encuentro caliente que tuvieron por Facebook: Ausente y lejos de las redes, tu insensatez me produce ternura y miedo, porque otra vez… han pasado meses.
Te di todo, imagen… vínculos especiales y eso se quedó en este enorme vacío…. no soy totalmente feliz y es que lo vivido me mata de dolor, porque te considero despreciable, y al decirte esto me cuesta respirar, porque permití que me dañaras lentamente… creyendo ilusiones descaradas. Te confieso que a pesar de que eres absolutamente cruel amo tus manos repletas de engaño, cinismo y desamor… quizás algún día espere tu regreso con esta terquedad que solo el tiempo da… y si te queda un poco de humildad puedes visitarme sin cobardía y amarme en la realidad cortando la distancia, y le hace bien a nuestros cuerpos. Te mostré mis senos pequeños en la red, y tú mostraste una frialdad… que quedó al descubierto… en estas fronteras sin remordimientos.