Cierto es que algunos pensarán que la relación China-El Salvador es muy lejana y poco importante. Quizá porque la historia política de El Salvador ha estado confinada al mundo occidental y a la dependencia de Estados Unidos. Hay quienes creen que no hay otra alternativa posible de relación constructiva de amistad. Quien así piensa ignora la evolución humana. Recordemos que por largo tiempo El Salvador permaneció aislado por tener acceso solamente al mar Pacífico, mientras que la mayor parte de su comercio se hacía vía Atlántico.
La tendencia cambia radicalmente en el siglo XXI, cuando la vía del Pacífico se vuelve primordial, caracterizada por altos volúmenes de comercio y movimiento de contenedores. En este sentido, Shanghái surge como el puerto de mayor movimiento del mundo. Un fuerte tráfico se dirige a Centroamérica vía el canal de Panamá.
El Salvador y China son parte de la globalización en todos sus aspectos, ambos comparten el libre comercio pactado en la OMC y tanto China como El Salvador se formaron como repúblicas con mucho sacrificio y dolor: China con su larga guerra de unificación entre 1911 -1950, y El Salvador con su extendido colonialismo y feudalismo cultural, terminando con una cruenta guerra civil de 12 años y el sacrificio de 75,000 vidas. Esta cifra no es poca cosa, pues representa el 12 % de su población.
Por muchos años, El Salvador tuvo gobiernos autócratas militares y otros seudodemocráticos, conservando privilegios y manteniendo una población marginada y empobrecida, marginación que provocó un éxodo poblacional de casi 4 millones de personas. Hay que tomar en cuenta que en el siglo XXI el continente asiático ha evolucionado a niveles de crecimiento sorprendentes, su población es el 53 % de la mundial y cada año gana mayor importancia económica, superando progresivamente al mundo occidental. Ya se llama Región Asia-Pacífico. De tal continente surge la República Popular China, una nueva potencia que aspira a ocupar el primer lugar en el contexto mundial. Este avance causa muchos resquemores y amenazas en las potencias occidentales.
Estados Unidos, especialmente, desde su política de James Monroe de 1823 de «América para los americanos», considera que, de alguna manera, Latinoamérica es su protectorado. Esta actitud seguirá siendo un temor vedado en la relación China-El Salvador. La perspectiva indica que China está dispuesta a permanecer como socia en estrecha relación con El Salvador.
De los países centroamericanos, El Salvador es el que ha fomentado la relación más estrecha con la República Popular China, reconociendo el principio de una sola China, ya que Guatemala, Honduras y Nicaragua todavía mantienen relaciones con Taiwán. Costa Rica fue el primero en elegir una relación diplomática con la República Popular China, derivando en un importante beneficio económico como el Puerto de Moín, en el Caribe.