Como es tradición cada año en la víspera del Domingo de Ramos, las artesanas y artesanos del municipio de Yucuaiquín, La Unión, dejan sus casas y se dirigen a las diferentes plazas del país para ofrecer los coloridos ramos que posteriormente recibirán la bendición en representación de las palmas con las que fue recibido Jesús de Nazaret cuando ingresó a Jerusalén.
Por más de 50 años, Victoria Mendoza, ha comercializado los ramos de palma en las cercanías de la Catedral Basílica de San Miguel.
«No estamos quietos si no nos venimos acá, porque desde chiquita me trajo mi mamá, y hoy cerré 60 años», comenta la sonriente mujer al momento que teje la palma para los ramos.
Desde la noche del jueves, Victoria y otras mujeres acompañadas de su grupo familiar, se han colocado en el portal de la alcaldía de San Miguel, a un costado de la Catedral, para ofrecer los ramos que elaboran.
El precio varía de acuerdo con el diseño y los elementos que lo conforman, por lo que oscilan desde $0.50 hasta los $3. Los artesanos de Yucuaiquín se preparan de dos a tres meses antes de la Semana Santa. «Primero buscamos la varita de las crucitas, se envuelve y se hacen las florecitas, se compra la palma y se pone a secar para hacer tejerla y elaborar las palmas, es mucho trabajo para agarrar este dólar, pero es una tradición familiar», añade Victoria.
«A la gente le gusta la flor de coyol y ponerla en la ropa porque huele y uno procura traer, no todas han traído porque está cara», comentó la vendedora Nataly Hernández, de 37 años.
Los fieles católicos de San Miguel adquieren los ramos para acompañar las diferentes procesiones que hacen las parroquias de la ciudad; estos son bendecidos por un sacerdote, pero algunos de estos ramos los guardan para el siguiente año para ser incinerados y sus cenizas utilizarlas durante el rito del Miércoles de Ceniza.