Por: Isabel Eunice Álvarez Juárez, estudiante de la Universidad Andrés Bello
El cine siempre va a mantenerse como una de las fuentes más grandes del entretenimiento. Algunas personas dicen que se debe por todo el dinero que se invierte en las películas, otros expresan que por las historias que se relatan; sin embargo, aunque existen diversas opiniones, lo que sí se sabe es que el cine es influyente en nuestras vidas y más allá de entretener este es una expresión artística que enaltece la naturaleza humana, la explora, lleva una construcción social y cultural que no cualquier medio tiene lo que el cine logra.
El cine como medio de comunicación audiovisual es importante, pues contiene repercusión social en múltiples ámbitos, cuando establece contacto directo con el espectador, público, y por ende en la sociedad donde se dirige primordialmente a las masas.
Las masas a través del séptimo arte pueden conocer innumerables mundos, ya sean imaginarios o reales, debido a la diversidad de películas y la libertad de creación. Existen filmes que desde el terror hasta el drama siempre llevan ese mensaje que el director busca trasmitir a los espectadores.
Es por ello que, aunque se dice que la utilidad del cine es entretener, para mí lo más esencial es que podemos compartir nuestras ideas en mensaje, donde contar una historia o un acontecimiento será la trama que aportará algo a la sociedad. La verdadera cualidad se da a partir del guion el cual permite expresar de manera escrita la expectativa del tema e ir más allá, hasta que llega a la retina del espectador e influye acerca de lo visto.
El cine, como tal, no es solamente contar una historia, sino básicamente es influir en la mente y en las emociones del espectador, es construir una perspectiva que te deje un mensaje positivo, que despierte ese interés, la curiosidad en saber a qué te lleva dicha historia, como también el cine es un decodificador emocional, ya que a través de los efectos visuales, las imágenes y sonidos nos llevan hacer una reflexión sobre nosotros mismos, es decir, la manera en cómo percibimos los mensajes, ya que las historias nos proporcionan estímulos que activan recuerdos o incluso sentirnos identificados con la historia.
¿Qué sucedería si en El Salvador por mucho el 5 % de la población tuviese interés en escribir y producir lo que piensan? Probablemente existieran increíbles historias donde se compartirían más de algunas experiencias, recordando amores de la adolescencia o intentando persuadir una ideología cambiando la forma de pensar de los demás. Sería interesante; pero, lastimosamente, la audiencia salvadoreña solo es la que asiste a las salas de los cines a consumir lo internacional -y no está mal- esto sucede debido que el pueblo no está educado para apoyar lo nacional, y si no se valora lo poco que hay de lo nuestro, es difícil que haya una producción masiva o se intente producir.
Le hago la atenta invitación al lector a que no dejemos de lado el mundo cinematográfico, este es muy extenso y siempre habrá algo que logre identificarnos. Aprendamos a darle el valor que merecen las producciones salvadoreñas esperando que en un futuro se reconozca lo que por años se viene construyendo, y no debemos olvidar el poder que el cine contiene, ya que permite influir en la sociedad, transformándonos en agentes de cambio, y eso se debe de aprovechar al máximo. No es nada fácil, pero tampoco imposible.