Hace algunos años, El Salvador era reconocido por la comunidad internacional. En todas partes del mundo, cualquier ciudadano podía apuntar con su dedo en el mapa la ubicación de nuestro país.
Había poderosas razones.
Durante 2015, estuvimos en la mirilla mundial.
Un promedio de 18.2 personas fueron asesinadas cada día por lo que El Salvador fue calificado como el más violento a escala internacional.
A ARENA y el FMLN nunca les incomodó; es más, nunca les importó el pueblo ni su desarrollo ni su seguridad.
Tampoco recibieron presión extranjera para resolver estos temas. Décadas de asesinatos, masacres, desapariciones nos hicieron noticia.
Ahora que el presidente Nayib Bukele lidera los cambios que el país necesita, a los que le huyeron los gobiernos de estos partidos políticos, hacen una conflagración de poderes locales y extranjeros de todo tipo para bombardear cada acción desarrollada por nuestro Gobierno.
Los salvadoreños tienen claro que para este Gobierno es importante el desarrollo económico y social de la población, así como llevar al país a otro nivel.
Las acertadas decisiones para contener el virus y el excelente manejo de la pandemia han permitido que de forma acelerada tengamos indicadores económicos nunca vistos, que ubican a El Salvador como una vitrina interesante y atractiva para invertir.
Los que atacan los proyectos del Gobierno son aquellos que tuvieron la oportunidad de trabajar para la población y llevarle beneficios, pero no lo hicieron.
Están encasillados en el pasado siendo miopes hacia el futuro. Una cosa es clara: nadie puede dictarnos a los salvadoreños qué inversiones permitir, porque la responsabilidad de vender al país en el tema de las inversiones es exclusivamente nuestra.
Sin duda, en nuestro país están sucediendo grandes cosas, muy positivas, que no sucedían antes. Hace unos días, vivimos una fiesta digital con el evento LABITCONF, en el que participaron inversionistas de diferentes países, quienes se quedaron sorprendidos por el desarrollo que tenemos.
Los inversionistas, al escuchar la visión del presidente Nayib Bukele, respaldaron su trabajo para posicionar a El Salvador como un referente mundial de cambio e innovación; de igual forma, aplaudieron la aprobación del bitcóin como moneda de curso legal, en paralelo con el dólar.
El presidente anunció entonces que en 2022 se iniciará la construcción de Bitcoin City, en el oriente del país.
Una ciudad 100 % digital, equipada con zonas residenciales. Esto desencadenará en nuevas inversiones: hoteles, áreas comerciales, entretenimiento, restaurantes, entre otras infraestructuras.
Este es un proyecto que se desarrolla en fases, en una zona que fue abandonada por más de 30 años y que jamás pensó en ser clave para una gran inversión.
Esta es una oportunidad para todos los inversores de la criptomoneda, ya que Bitcoin City no tiene límites sobre los que serán habitantes en esta zona.
Con este proyecto, se abre la posibilidad para que cualquier persona solicite residencia permanente en esa ciudad.
Su expansión dependerá del tiempo. No hay una limitante para decir cuántas son las personas que habitarán el proyecto.
Las leyes del bitcóin permiten la inversión directa y, por eso, tenemos nuestra propia «wallet», que ya usan los hermanos salvadoreños que residen en Estados Unidos.
Cuando el presidente anunció que había cerca de 2,000 extranjeros que se entusiasmaron con el anuncio.
Una urbe de esa naturaleza, obviamente, necesita varios servicios y profesionales, entonces a nivel de empleabilidad son beneficios directos para todas las personas de El Salvador.
De más de 6,000 a 7,000 empleos. Esto es solo una parte de los planes estratégicos del presidente Bukele, quien ha sido claro en todas sus apuestas, entre ellas activar el puerto de La Unión y todo lo que compete a esta aerópolis, a este ecosistema y a los proyectos del bitcóin.
En cerca de 28 meses, el presidente Bukele ha demostrado su compromiso con la población al enfocarse en temas prioritarios. El 99.9 % de la empresa privada mantiene una buena relación con el Gobierno, una relación cordial y efectiva con el empresariado honesto y visionario.
Ahora estamos en el mapa por las excelentes acciones y decisiones de cara al presente y al futuro, en beneficio de toda nuestra gente.
Definitivamente, El Salvador ahora es una vitrina en el mundo. Una vitrina de oportunidades, de prosperidad, de desarrollo.
Y es hacia esa vitrina que la oposición mezquina y egoísta lanza su artillería.